China entró ayer en la élite espacial al convertirse en el tercer país, tras Rusia (antes Unión Soviética) y Estados Unidos, que logra poner un hombre en órbita. Emulando a sus antecesores Yuri Gagarin y Alan Shepard, pero cuatro décadas después, el teniente coronel Yang Liwei despegó con éxito a bordo de la pequeña cápsula Shenzhou 5, impulsada por un cohete lanzador Larga Marcha 2F, para una misión de 21 horas cuyo fin estaba previsto para la pasada madrugada. Las autoridades chinas, exultantes y con evidente optimismo, ya tienen nuevos planes a medio plazo: en seis meses, otro viaje más ambicioso, y en tres años, un hombre en la Luna.

El lanzamiento se produjo puntual a las 9.00, hora local, 3.00 en España, desde la base de Jiuquan (Mongolia Interior), en el desierto de Gobi. A los 10 minutos, la Shenzhou --nave divina en chino-- se separó sin problemas del cohete y se situó en su órbita a 340 kilómetros de altura. El taikonauta, que es como se ha bautizado a los astronautas chinos, tenía previsto dar 14 vueltas alrededor de la Tierra y regresar a la misma región por la simple fuerza de la gravedad, al igual que hacen los rusos. A la media hora de viaje, Yang contactó con el centro de control: "Estoy bien. Mi estado físico es correcto", declaró el oficial del Ejército Popular de Liberación, que ha pasado cinco años entrenándose. Durante el viaje, Yang tuvo como menú pollo con arroz y dátiles.

"GLORIA PARA LA PATRIA"

El presidente Hu Jintao y varios altos dirigentes asistieron al momento histórico en la Ciudad del Espacio Viento del Este, en Jiuquan. Hu afirmó que el éxito del vuelo constituía un momento de "gloria para la patria". "Es un paso histórico del pueblo chino en su camino a la cumbre mundial de la ciencia y tecnología", añadió el secretario general del Partido Comunista de China.

El lanzamiento no fue retransmitido en directo y sólo media hora después la televisión nacional CCTV mostró una imagen de la estela blanca del cohete en el cielo azul. Luego, no obstante, las exitosas imágenes llenaron la programación de forma repetida. La prensa oficial se había mostrado sumamente discreta en previsión de cualquier contratiempo. En la base de lanzamientos se encontraban ayer apenas un millar de curiosos, incluidos unos pocos periodistas occidentales, que habían debido sortear innumerables controles. En Pekín, no obstante, el acontecimiento no provocó explosiones de júbilo.