Investigadores españoles han logrado por primera vez in vivo --es decir, no en una placa de un laboratorio-- que células adultas de un animal, concretamente de diversos órganos de un ratón, retrocedan a un estadio primitivo y recuperen características propias de las células madre embrionarias. El trabajo, publicado en Nature , lo ha encabezado un equipo dirigido por Manuel Serrano, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en Madrid.

La reprogramación para obtener células madre inducidas (iPS) es una prometedora técnica para la regeneración de tejidos --y potencialmente para el futuro tratamiento de enfermedades como el alzhéimer, la diabetes, el párkinson y las dolencias cardiacas-- inaugurada en el 2006 por el científico japonés Shinya Yamanaka, luego premio Nobel de Medicina. Yamanaka lo logró introduciendo en las células adultas un cóctel de cuatro genes (llamados técnicamente Oct4, Sox2, Klf4 y c-Myc).

Siete años después, Serrano y su equipo en el CNIO no solo han reproducido el experimento del premio Nobel en el interior de un ser vivo, lo que supone una auténtica primicia, sino que, para su propia sorpresa, las células madre que han obtenido tienen una extraordinaria capacidad para especializarse en tejidos. Son incluso más versátiles, más totipotentes, que las que se logran in vitro. "No sabemos exactamente el motivo, pero lo cierto es que llegan a un estado primitivo nunca antes obtenido en un laboratorio --explica a este diario Serrano--. Tienen mayor capacidad de diferenciación". Las células equivalen a las que se pueden obtener de embriones a las 72 horas de gestación.

El investigador del CNIO, especialista en genes protectores contra el cáncer, asegura que se sintió "fascinado" cuando leyó el estudio de Yamanaka del 2006 y quiso ir un poco más lejos. Y el desafío que se planteó fue reproducir el experimento en un ser vivo. Así que, usando técnicas de manipulación genética, se crearon unos ratones transgénicos en los que se pueden activar a voluntad los cuatro genes descritos por Yamanaka. "Todas las células del ratón tienen un transgén que lleva los cuatro factores que podemos activar o silenciar", ilustra Serrano.

Cuando los investigadores activaron esos genes, observaron que las células adultas fueron capaces de retroceder en su desarrollo evolutivo hasta células madre embrionarias. El proceso se documentó en diversos tejidos y órganos (estómago, intestino, páncreas y riñón). "Este cambio de dirección no se ha observado nunca en la naturaleza", subraya María Abad, primera firmante del artículo. En la investigación ha participado asimismo el equipo de Miguel Manzanares, del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), también en Madrid.

PSEUDOEMBRIONES Los autores fueron incluso capaces de inducir la formación de estructuras pseudoembrionarias en las cavidades torácica y abdominal de los ratones. Estos pseudoembriones presentaban las tres capas propias de los embriones, estructuras extraembionarias como el saco vitelino e incluso signos de formación de células sanguíneas. "Los datos nos dicen que nuestras células madre son mucho más versátiles que las iPS in vitro, cuya potencialidad genera las distintas capas del embrión, pero nunca tejidos que sustentan el desarrollo de un nuevo embrión, como la placenta", escribe la investigadora.

Como problema previsible, el hecho de que las células retrocedieran a un estadio tan primitivo provocó que surgieran abundantes teratomas (tumores). En este sentido, los autores recalcan que las posibles aplicaciones terapéuticas aún están lejos. "Lo que hemos hecho es una prueba de principio con un organismo modelo. Estas cosas no se pueden hacer con humanos --insiste--. Necesitamos ser capaces de que esas células se conviertan de manera segura en los tipos de célula adulta que queremos".