La autoestima es la base de toda relación que mantenemos con los demás y con nosotros mismos. Nuestra experiencia vital depende de ella y, a su vez, la autoestima nutre y controla todo aquello que vivimos. Se alimenta de eso y lo condicionará en experiencias futuras. Hace que busquemos nuestro lugar, no permitamos que nos invadan, busquemos nuestro desarrollo y mantengamos una vida social óptima. Es imprescindible para tener una buena calidad de vida, estar en soledad o manejar mejor nuestras emociones.

Cuando pensamos en baja autoestima, creemos que afecta a todo el mundo por igual, sin embargo, en la práctica vemos que eso no es así. Esto se debe a que, de todas las partes que componen la valoración personal, solo algunas pueden estar realmente dañadas. Esto también hace que podamos dudar de si nuestra autoestima funciona correctamente o, en su lugar, se encuentre baja. Saber qué parte es la que no funciona, hará que podamos dirigir nuestro foco hacia ese mismo punto.

ESTIMA AFECTADA

Cuando sentimos que no nos valoramos como hacen los demás, que las cosas que hacemos no están nunca bien, que hay un pobre concepto de nosotros mismos y que no merecemos que nos ocurran cosas buenas, podemos estar sufriendo baja autoestima. Aunque casi todas las áreas de nuestra vida se encuentren afectadas por esto, no implica que la totalidad de la propia valoración personal esté dañada.

La autoestima se divide en diferentes pilares que la sostienen y que no siempre están todos rotos. Según qué problemas haya, deberemos atajarlos por ese camino y buscar la forma de repararlos. Así podremos encontrar que los cinco problemas de autoestima más comunes son los siguientes:

1. Culpabilidad

La culpa aparece cuando sentimos que lo que hacemos no es lo correcto. Esto puede tener una base de verdad, cuando hemos dañado a alguien y sentimos emociones negativas, pero otras veces, cuando hay una educación o una moralidad de por medio, puede deberse a una falsa interpretación de la realidad. La falsa culpa aparece cuando creemos que estamos haciendo algo malo en función de lo que nuestros padres nos han dicho o hemos visto dentro de nuestra infancia. La sexualidad o la independencia se encuentran numerosas veces aquí incluidas.

2. Pensamientos negativos

Estos pensamientos no siempre giran en torno a nosotros, sino que afectan a todas las áreas. Pensamos así de nosotros, de los demás y del funcionamiento del mundo. Es lo que ocurre, por ejemplo, en la ansiedad o en la depresión, con ideas recurrentes de que todo está mal y que siempre va a ser así.

3. Sumisión

Cuando tratamos de agradar y de caer bien a todo el mundo, se debe a que, colocarnos en un papel sumiso creemos que es la mejor estrategia para que los demás nos tengan en cuenta. Esto no solo se hace con aquellas personas que acabamos de conocer, sino que también se usa con parejas o compañeros del trabajo.

4. Complejos

Cada persona se compone de una serie de habilidades o componentes físicos y emocionales. No todos están bien y conlleva una imperfección que entra dentro de la normalidad. Cuando algo que no nos gusta obtiene una excesiva atención, aparece el complejo. Uno o varios de estos nos debilitarán la autoestima.

5. Compasión

La compasión es una característica que nos permite tratar a los demás y a nosotros mismos con respeto, con paciencia y con un determinado cariño. Cuando se relaciona con la baja autoestima, es porque esta compasión se eleva y se convierte en victimización. La persona cree no tener control sobre su vida y solo hay queja.

La autoestima determina cómo de felices estamos, la calidad de nuestras relaciones, cómo nos encontramos en soledad o las metas que logramos. Es indispensable en cualquier ámbito y estará a favor o en contra dependiendo de qué pilares de la misma se hayan visto afectados.

* Ángel Rull, psicólogo.