TYta ha regresado de Punta Umbría el turno de julio. Las calles de las capitales se han llenado de mujeres bronceadas que cuentan historias de gambas y atrevimientos: un guiño prohibido en un supermercado de Lepe, un top-less primerizo, una tentación... Pero la marea siempre vuelve a bajar, el efecto liberador de la sal se diluye y las ciudades recuperan la pesada espesura de estío. Hasta que retorne el turno de agosto con nuevas historias de gambas y guiños, la vida en Extremadura está en los pueblos y en su medio millón de turistas.

En las grandes superficies comerciales españolas hay semanas dedicadas a los productos de Italia o los sabores de Baviera. En Extremadura, sin embargo, al llegar el verano, los hipermercados se ponen redundantes, tautológicos y presentan la quincena de los productos extremeños para que miles de emigrantes retornados recuperen los sabores del abuelo, o sea, la infancia. A los de aquí, estas quincenas nos permiten conocer vinos nuestros como el tinto Envidia o los platos preparados del Fogón Castúo : crema de ajetes, manitas de cerdo con caracoles, civet de toro. También apreciamos errores como el recogido en un folleto donde se habla de Torta de la Serena y Queso del Casar, cuando es justamente al revés. Pero lo importante es que nuestros turistas más fieles redescubran, por ejemplo, la calidad del chorizo patatero, que ya es incluido por Carrefour (con la tortita de oveja y el pimentón de La Vera) en su colección exclusiva de productos españoles para gourmets.

*Periodista