La muerte de Catalina Tolosa a manos del que aún era su marido, Manuel Delgado , el pasado domingo en Villafranca de los Barros ha generado una multitud de muestras de apoyo hacia la familia de la difunta y también de repulsa hacia este nuevo caso de violencia de género, que en este caso, y según el informe forense, ha sido muy violento. En lo que va de año han sido 30 las mujeres fallecidas en España por esta lacra, la primera en Extremadura desde que hace año y medio hubiese que lamentar otra víctima.

Ayer fue enterrada Catalina y hoy está previsto que el asesino confeso declare ante el juez los motivos que le llevaron a tan salvaje acto. Pero lo que también corresponde ahora es averiguar por qué Delgado pudo llegar hasta el domicilio de la víctima si tenía una orden de alejamiento, lo que demuestra que algunos mecanismos no han funcionado como debieran y que es necesario corregir para evitar que casos como el acaecido el domingo puedan volver a suceder. Según confirmó ayer el delegado del Gobierno en Extremadura, dicha orden de alejamiento dictada hace un mes lo fue por maltrato psicológico de Manuel hacia Catalina --al parecer no constan denuncias por actuaciones físicas violentas--, la cual rompió a los diez días.

Llama la atención que al presunto homicida no se le impusiera la obligación de llevar una pulsera de localización por GPS, que caso de habérsele colocado podría quizás haber evitado la muerte de la vecina de Villafranca. Por ello, toca ahora analizar los posibles fallos policiales o judiciales para que no vuelva a ocurrir un caso similar.