El tabaco indio perjudica la salud de los fumadores y de las infraestructuras históricas. Un puente icónico de Calcuta corre riesgo de caerse por los miles de escupitajos diarios que castigan sus estructuras. La mezcla corrosiva incluye saliva y el tabaco de mascar barato que toman millones de indios.

El puente Howrah de Calcuta se ha convertido en una enorme escupidera con ubicuas manchas del tradicional color rojizo amarronado del tabaco. La concentración de esputos es especialmente alta sobre las bases de los pilares que sujetan el puente. Su revestimiento metálico ha menguado en apenas tres años a la mitad, de seis milímetros de grosor a tres. Las autoridades han alertado de que si no solucionan el problema tendrán que cerrar el puente para repararlo. El Club Leones de Howrah ha emprendido la campaña Salvemos al puente de los escupitajos por las calles de la macrourbe de más de 14 millones de habitantes.

Es la última iniciativa. Desde que la noticia saltó dos años atrás, los esfuerzos de las autoridades no han sido tibios. La policía multa a los escupidores, pero se han reconocido incapaces para controlar todo el caudal salivar. Los tratamientos químicos sobre las superficies erosionadas tampoco han prosperado. Fracasó incluso el recurso religioso en un pueblo tan espiritual: los dibujos de dioses pidiendo el fin de los escupitajos fueron ignorados. La última idea fue recubrir los pilares de fibra de vidrio, de forma que pudiera retirarse el recubrimiento para salvaguardar la estructura metálica. Se han ordenado auditorías de seguridad y comisiones de expertos. Todo inútil.

El puente amenazado por la pulsión escupidora no es uno cualquiera. Construido en 1937, sus 500 metros de largo son un legado de la colonización británica. Pesa 26.500 toneladas de metal, aguantadas por 78 grandes ganchos. Los 100.000 vehículos y 150.000 peatones que lo usan a diario lo convierten en una de las principales arterias de la ciudad y en uno de los más transitados del mundo.

Las manchas son ubicuas en las calles del país. El producto más célebre, el guthka, es un paquete que incluye tabaco, nuez de areca, lima y parafina, entre otros productos. Se le atribuyen efectos estimulantes y su bajísimo precio lo hace atractivo incluso para los más pobres. Las manchas atentan contra la estética. En Mumbái, los activistas cargan con cubos de agua que ceden a los escupidores para que limpien lo que ensucian. Otras ciudades hacen campañas similares.

Malo para la salud

Además de castigar la seguridad de los puentes y la estética, el guthka tiene los conocidos efectos perniciosos para la salud. Una tercera parte de los indios y una quinta de las indias son adictos al tabaco de mascar, y el guthka es el más popular. Está detrás de 80.000 cánceres bucales al año. Su sabor dulce también ha atraído a cinco millones de niños, a razón de 5.000 nuevos cada día. Las autoridades le han declarado la guerra. Varias provincias han prohibido últimamente que los productos comestibles lleven tabaco, una ley ad hoc contra el guthka. Ocurre que, como la prohibición no tiene rango nacional, los consumidores no tienen problemas para encontrar el tabaco en otras provincias.