Casi 4.000 personas de una cincuentena de nacionalidades pasarán las próximas dos semanas recluidas en los angostos camarotes de un crucero atracado en Yokohama (Japón) porque un viajero ha dado positivo por coronavirus. El hombre, un hongkonés octogenario, no había pisado hospitales ni mercados y solo había estado unas pocas horas en la China continental antes de embarcarse el 20 de enero en el crucero Diamond Princess. Empezó a padecer toses tras desembarcar el 25 de enero, fue diagnosticado cinco días después en la excolonia y ayer, tras una semana, las autoridades japonesas impusieron la cuarentena sobre los 2.666 pasajeros y 1.045 trabajadores del barco.

El personal médico ha analizado apenas a 273 personas y los primeros resultados descartan el optimismo: 10 de las 31 pruebas han confirmado el contagio. Las autoridades afrontan riesgos mayúsculos, ya que el hombre estuvo en Tokio y se desconoce cuántos viajeros habían desembarcado antes de la cuarentena.

La epidemia también ha traído consigo la preocupación y la histeria colectiva. Y es que la feria Mobile, organizada por GSMA y que se celebrará en Barcelona a partir del 24 de febrero, se vio sacudida ayer por el anuncio de la firma coreana LG de suspender su asistencia como consecuencia de los riesgos que pueda derivar el coronavirus. La organización insistió ayer en el «mínimo impacto» de la crisis para el congreso y redobló al mismo tiempo las medidas preventivas para evitar que la feria de móviles pueda suponer un riesgo de contagio colosal entre los asistentes.

La Generalitat de Cataluña aseguró ayer que la feria no está amenazada e hizo un llamamiento a la calma. La incertidumbre generada por LG fue minimizándose con la confirmación de asistencias: Xiaomi, Realme y Oppo mantienen su asistencia.