La conferencia del clima ha decidido limitar al máximo la presencia de oenegés en el Bella Center, el gran centro de convenciones de Copenhague, para evitar el colapso monumental que cada día se produce a las puertas del recinto. "Nos evitamos las colas y así, de paso, nos sacudimos de encima una presencia incordiante", como lo describe Aida Vila, portavoz de Greenpeace-España en la capital danesa. El viernes, día de la clausura, solo podrán entrar 90 de los 21.000 representantes de oenegés con acreditación oficial. La ONU ha asumido su culpa, al haber acreditado a 45.000 personas en un lugar donde caben, como mucho, 20.000.

Ayer solo pudieron acceder al Bella Center 7.000 delegados de oenegés, un tercio del total, pero en el interior seguía habiendo la misma sensación de superpoblación, con los pasillos repletos y los bares intransitables. Peor lo tuvieron las miles de personas que volvieron a quedarse fuera, esta vez con las temperaturas un par de grados más frías que la víspera (-2º).

MENOS PRESION Mar Asunción, observadora de WWF-España y con varias cumbres a sus espaldas, explicó desde fuera: "Nos repartimos las plazas de acceso como podemos. Es evidente que los políticos van a notar un poco menos la presión".

La marginación llegará a su clímax durante los dos días clave. Alegando motivos de seguridad, pues estarán presentes 110 jefes de Estado y de Gobierno, la organización solo permitirá que accedan 1.000 personas el jueves y 90 personas el viernes. Las oenegés se tendrán que repartir las plazas proporcionalmente. Para Greenpeace, una de las entidades más potentes, eso podría suponer que solo entren uno o dos de sus miembros.

Los delegados procedentes de oenegés son realmente numerosos, pues según fuentes oficiales hay 21.000 con permisos en regla, pero distan mucho de ser una presencia folclórica. No se dedican precisamente a invocar a los dioses africanos del Sol --que también los hay--, sino que buena parte son observadores acreditados y analistas con muchos años de experiencia.