TEtl nacionalismo no se cura leyendo o viajando porque el nacionalista que viaja ve sólo lo que quiere ver y el nacionalista que lee escoge lecturas cómodas que afirmen su fe. Los nacionalistas se creen superiores por distintos. Les pasa también a los adolescentes hasta que crecen. El nacionalista vasco cree que ha inventado el sofrito de tomate y en Galicia se escucha: "Como sólo decimos los gallegos: A quien madruga, Deus lle axuda". Durante la transición, el nacionalismo fue una urticaria con gusto que todos los progresistas se rascaban con unción. Después se fueron descubriendo sus trampas y acabó delatándose: es la ideología más conservadora del mercado. 20 años después, los intelectuales progresistas catalanes se han dado cuenta de que el nacionalismo mutila la cultura.

Lo más granado de la literatura, el pensamiento y el periodismo en Cataluña denuncia que lo mejor de la creación en castellano se proscribe en la región. En Galicia, el parlamentario del BNG, Paco Rodríguez, era profesor de Literatura Española en el instituto de A Estrada, pero sólo explicaba literatura gallega. En las nacionalidades históricas, sólo se subvenciona la edición de libros en sus lenguas vernáculas. He publicado dos libros en gallego sobre el periodismo, su lenguaje y sus géneros. Uno de ellos nunca salió del almacén: ¿para qué gastar dinero en distribuirlo si la editorial ya había cobrado la subvención patriótica? Pero la moda nacionalista empieza a declinar. Por fin hay personas inteligentes que descubren que ni el sofrito, ni los refranes ni los libros tienen patria.