Tras una noche larga y helada, en la que perros adiestrados no lograron localizar a ningún superviviente más entre los escombros de un pabellón de Katowice, las autoridades de Polonia hicieron ayer un terrible balance de víctimas del derrumbe del techo del Centro Internacional de Exposiciones, el sábado. La tragedia costó la vida a 66 personas, entre ellas dos niños y varios extranjeros, mientras que 141 sufrieron heridas. Los equipos de rescate descartaron hallar más personas entre los escombros.

Más de 1.000 policías, bomberos, militares y mineros de la zona estuvieron toda la noche trabajando para hallar supervivientes entre el amasijo de hierros, imposible de levantar hasta que hoy no lleguen grúas especiales. Pero después de las diez de la noche del viernes ya no se encontró a nadie vivo. Las horas posteriores, la temperatura descendió en Katowice a 17 grados bajo cero y hubiera acabado con la vida de cualquiera que se encontrara herido. "El pabellón se convirtió en un congelador donde era imposible de sobrevivir", explicó un cirujano.

PUDO SER MAYOR Según los testigos, el número de víctimas podría haber sido mucho mayor si el techo se hubiera desplomado unas horas antes. Según uno de los organizadores de la feria internacional de palomas de raza que se celebraba en el pabellón, "hasta las tres de la tarde había unas 8.000 personas en el pabellón". En el momento del desastre, se calculaba que sólo quedaban entre 500 y 1.000.

Después del derrumbe, las autoridades ya comenzaron a buscar explicaciones. Según Eva Madej, jefa de inspección de obras de la provincia de Szczecin, se barajan varias hipótesis. "La primera pudieron ser eventuales defectos en la construcción del edificio. La segunda, las fuertes nevadas y heladas de las últimas semanas. Y en tercer lugar, las altas temperaturas en el interior del recinto", dijo Madej.

Lo más probable, según el jefe de bomberos de Katowice, es que la estructura no pudiese soportar la nieve acumulada sobre el techo, de hasta 50 centímetros de grosor. Por la misma causa se hundió a principios del mes la cobertura de una pista de hielo en Reichenhall (Alemania) que se saldó con cinco muertos. El responsable del recinto ferial, sin embargo, dijo que se había limpiado el techo a menudo.

Mientras algunas palomas volaban por los restos del pabellón y otras, en jaulas, eran rescatadas, familiares y amigos esperaban en el exterior noticias de las víctimas. "Estaba con mi hija y su marido. A ella la han rescatado con vida, pero de mi yerno no sé nada", dijo, entre lágrimas, Jozef Watroba.