En la autovía de Castelldefels por un trozo de arcén para trabajar como prostituta se pagan 300 euros. El Cuerpo Nacional de Policía (CNP) ha desarticulado una peligrosa mafia afincada en Castelledefels que extorsionaba a proxenetas, traficaba con mujeres, comercializaba droga, falsificaba tarjetas de crédito y aún les quedaba tiempo para intentar vender ilegalmente un violín Stradivarius robado de un museo en Rumanía.

Las investigaciones que han llevado a detener a 11 rumanos y dos españoles se iniciaron el pasado marzo en Castellón y Málaga. La policía dio allí un golpe contra la mafia rumana, pero algunos de sus miembros más destacados huyeron y se asentaron en Castelldefels.

A pesar del mazazo policial recibido en marzo, la banda continuó operando. Desde su celda de la prisión de Topas, en Salamanca, Catalín, el jefe del clan, seguía dando órdenes a sus lugartenientes de Castelldefels.

La mafia se dedicaba a todo tipo de delitos, pero el tráfico de mujeres le resultaba especialmente rentable. Disponía de autocares y vehículos particulares en los que introducían a las mujeres rumanas en España. Llegaban con visas de turista para permanecer legalmente hasta tres meses. Viajaban engañadas.

Una vez en Españ, las mujeres eran vendidas e incluso alquiladas a proxenetas, que previamente habían abonado 200 euros para los gastos del viaje y manutención de cada una de las chicas que querían comprar. Las mujeres eran obligadas a prostituirse hasta 10 horas al día.