Nadie sospechaba en el barrio obrero de la localidad catalana de Mataró, que aquel joven afable y reservado, Jordi D. G., de 33 años, que cada día compraba su desayuno en una tienda de comestibles, fuera en realidad un pederasta.

Bajo la falsa identidad de un modelo adolescente de 14 años llamado Adrián (o Aarón) Fernández Grao y usando la foto de un modelo infantil soviético, Jordi D. G. contactó a través de Twitter y Facebook con unos 380 menores de entre 12 y 16 años con el objetivo de lograr "algún contacto físico" con ellos, según explicó ayer el inspector Jordi Doménech, de la división central de delitos informáticos de la policía autónomica catalana.

Jordi D. G. fue detenido el pasado 30 de marzo en el número 26 de la calle de Santiago Rusiñol, acusado de prostitución y corrupción de menores y de la venta, difusión y exhibición a menores de material pornográfico en Catalunya y otros países, como Uruguay y México.

Y es que desde Mataró, Jordi D. G., que ya tenía antecedentes por hechos similares, había logrado tejer un complejo entramado de identidades que lo relacionaban con celebridades como Justin Bieber o Lady Gaga, que firmaban mensajes falsos en el blog del arrestado, aún abierto.

Como suele suceder en estos casos, el detenido había trabajado en lugares en los que se relacionó con menores, como entrenador de fútbol de equipos infantiles.

DENUNCIA DE UN MENOR La policía se puso sobre la pista de Jordi D. G. después de que un joven de Terrassa de 13 años lo denunciara. El chico mantuvo una relación a través de internet con el arrestado hasta que accedió a mantener un encuentro presencial. Cuando el menor accedió a la cita, Jordi D. G. asumió el papel de padrastro del falso Adrián, y logró que el chico lo acompañara a su vehículo. Allí, según la policía, "el abusador intentó propasarse con el menor", cosa que no consiguió ni ofreciéndole regalos como un móvil. A instancias de una profesora, el chico denunció lo sucedido y, durante un registro domiciliario, la policía hallaron pruebas de pornografía infantil, imágenes obtenidas a cambio de falsas promesas y 805 archivos con conversaciones entre el falso Adrián y sus víctimas.

Ayer, los vecinos explicaban que nunca habían visto nada anormal. Excepto Paco, que regenta un supermercado en la misma calle y que explicó: "Me di cuenta de que algo pasaba porque una agente, vecina del barrio, vino a prepararse el desayuno y sospeché". La curiosidad le brindó a Paco la oportunidad de observar una rápida actuación policial.