Laura, de 31 años, y Oscar, de 33, no podían tener hijos. El había superado una tumoración testicular y una adenopatía en el riñón. "Con las operaciones y tratamientos, será muy difícil que puedas concebir de forma natural", le habían advertido los médicos. Las palabras resonaban en sus oídos cuando fueron a la doctora para ver qué podían hacer. Cuando iniciaron el tratamiento, Laura empezó a anotar todos los pasos. Este es el diario de una fecundación in vitro, técnica que, 25 años después del nacimiento de Victòria Anna (la primera niña probeta española), arroja números y claroscuros: por un lado, permite que cada año nazcan en España 20.000 bebés, pero el proceso, exitoso en el 40% de los casos, sigue siendo caro y doloroso para la mujer.

25 ENERO DEL 2007"Intentaremos la in vitro"

Hemos salido eufóricos de la visita. Nos han dicho que con la in vitro tenemos posibilidades. Qué desahogo. Además, los análisis de Oscar han salido bien. Del peso tan grande que se ha quitado de encima parece que vaya a ponerse a levitar. Yo creo que igual habríamos recurrido a un banco de esperma, pero a mí me sabía fatal por él. ¿Y si no se reconocía en sus hijos? Es algo extraño. Y él me decía que, si no quedaba otra posibilidad, lo haríamos. Pero que, en ese caso, no se lo explicaría a nadie. Ni a la familia. Le afecta mucho. No soportaría que nadie le dijera nada raro.

Por eso hoy me he acordado tanto de aquel día, en el 2001, cuando Oscar me intentaba explicar que tendría dificultades para tener hijos. ¡Cómo le costó! Llevábamos dos meses saliendo cuando le diagnosticaron una adenopatía en el riñón y me contó lo de la fertilidad. Yo era muy joven y solo sabía que quería estar con él. ¿Que no podríamos tener niños? Pues los adoptaríamos, pensé.

A diferencia de otras parejas, lo de la fertilidad es algo que sabemos desde el principio. No hemos estado meses comprando predíctors, ni contando faltas, ni teniendo que mantener relaciones cada vez que lo marcara la temperatura vaginal. Hay parejas a las que la angustia les acaba devorando. A nosotros no. Solo sabíamos que queríamos formar una familia. Por eso, cuando nos casamos, fuimos al médico. Y, tras casi 10 meses de trámites y pruebas, hoy nos han dicho que con la in vitro tenemos casi un 40% de posibilidades. Es mucho dinero. Cerca de 5.000 euros cada intento. Pero nos agarramos a lo que sea. Ay... Como siempre, desearé lo mejor, pero soy consciente de las dificultades.

22 DE SEPTIEMBRE"Me pincho cada día"

Hoy he vuelto a ir a casa de Sonia, mi amiga enfermera, a pincharme en la tripa. Cada día, a las ocho de la tarde, voy y me inyecta decapeptyl y gonal. La doctora me ha contado que las inyecciones son para alterar el periodo, para producir más de un óvulo. A ver cuántos salen. Dependiendo de eso, fecundarán un número u otro, y los dos que tengan mayor calidad me los transferirán. Transferir, qué palabra más extraña.

No me encuentro mal, la verdad. Hay chicas en el foro de internet en el que participo que dicen que la hormonación les sienta fatal. Hay muchas que han pasado por varias in vitro. Y les duele. Y están hinchadas. Y se engordan. Y se angustian. Y ven que se les escapan los años, los ahorros y la ilusión. En todo esto, el dinero es una presión añadida fortísima. A nosotros, en la Seguridad Social nos dijeron que hay una lista de espera de ¡tres años! ¿Cómo íbamos a esperarnos tres años? La edad corre en contra. Como habíamos ahorrado, nos hemos decidido por la atención privada del Hospital Clínic. Ahora, cada dos o tres días voy al hospital a que me hagan una ecografía. El otro día fui incluso en domingo. Así me miran cómo están de maduros los óvulos. "Ahora te pinchas más de esto, ahora de lo otro", me dice la doctora. Estoy ilusionada. Y muy nerviosa. A ver.

4 DE OCTUBRE "He visto dos estrellas fugaces" ¡Esta mañana los he visto! Y me he puesto a llorar. No sé, no pensaba yo que me fuera a emocionar así. Me han colocado los embriones con una cánula y, de pronto, en la pantalla negra, han aparecido dos puntos y ha sido como ver dos estrellitas fugaces. De repente, he tomado conciencia de que hay dos cositas ahí y, no sé, pero en ese momento he tenido la sensación de que se van a quedar conmigo.

"Agarraos fuerte", les digo. Pero a ratos me asaltan las dudas. Estoy en el momento más difícil. Hace dos días me durmieron y me hicieron la punción. Es la parte más dramática, por la anestesia, el quirófano... Estaba muy nerviosa. Por eso me emocioné tanto cuando mis padres vinieron por sorpresa de Valladolid para acompañarme. Me sacaron 14 óvulos y fecundaron siete. Y esta mañana me han transferido dos. ¡Es todo tan diferente del proceso natural! Ahora tengo molestias. "Y cambios de humor", dice Oscar. Se me ha hinchado un poco la barriga y todo el rato tengo la sensación de que me va a venir al regla. ¿Querrá eso decir que los voy a perder? No me lo saco de la cabeza. En el foro me dicen que no, que esto acostumbra a pasar. Las chicas me ayudan muchísimo. Ahora voy a estar 15 días en un sinvivir. En dos semanas me harán el análisis de orina y, unas horas después, me llamarán y me dirán por teléfono si estoy o no embarazada. ¡Por teléfono! ¿Después de todo lo que he pasado y me llamarán por teléfono? Qué duro.

22 DE OCTUBRE"¡Vienen dos!" Estas primeras semanas estoy teniendo bastantes náuseas y malestar. Ahora también tomo progesterona, para ayudar a que la cosa arraigue. No me como el coco. Siento que mis niños los tengo ahí y son míos. Ni pienso en perderlos. A veces sí que me preocupa que se me pueda adelantar el parto y que vayan a la incubadora y no puedan estar conmigo... Pero la verdad es que aún tengo un poco la sensación de irrealidad. Creo que, a medida que vaya viendo cómo crece la barriga, me iré haciendo a la idea de que está pasando de verdad.

¡Y eso que esta mañana los he visto! Era la primera visita a la doctora después de que el embarazo me diera positivo, y me ha hecho entrar al cuartito para hacerme una ecografía. Oscar ha pegado un bote cuando ha oído que la doctora decía: "Creo que va a haber sorpresa". "¡Son dos!", le he dicho al salir.

Teníamos muy asumido que podían ser mellizos. Como yo soy joven y no tengo ningún problema, había muchas posibilidades. La doctora me contó que en otros países solo hubieran transferido un embrión. Pero aquí, para asegurar, me han puesto dos.

14 DE JUNIO>"Un parto impresionante" Jamás me había sentido tan feliz y tan fuerte como cuando ayer salí de la sala de partos sobre la camilla con Darío y Claudia a cada lado. Los he parido a los dos. Impresionante. Estaba como estancada. No dejaba de decirle a mi madre: "Qué guapos son, qué guapos son". Y de ahí no salía.

El día anterior, en la visita rutinaria, me dijeron que ya estábamos en la semana 38, que los niños ya estaban grandes y que, si en cinco días no me ponía de parto, me lo tendrían que provocar. Me hicieron un tacto vaginal y tocaron la cabeza de Darío. Darío está muy bien encajado. Y Claudia está boca abajo. Me preguntaron que si quería formar parte de un estudio sobre qué es mejor para los gemelos, si parto vaginal o cesárea. Al azar, me tocaría una cosa o la otra. Pero yo no quería cesárea. Yo quería parir. Y vaya si lo he hecho.

Después del tacto nos fuimos a comer y yo cada vez me sentía peor. Y empezaron las contracciones. Las oleadas de dolor reaparecían cada vez rápido. Y una. Y otra. ¡Me había puesto de parto! A las ocho de la mañana ingresé en el hospital. Pero al cabo de las horas, me pusieron la epidural, se me paró el parto y me quedé dormida. Luego me dijeron que en la siguiente hora debía apretar cada vez que viniera una contracción, que tenía que hacer bajar a Darío, porque si no deberían usar los fórceps. ¡Fórceps! Cómo apreté. ¡Incluso tenía gente en la puerta mirando!

Cuando salió Darío fue impresionante. El pobre había sufrido un poco. Intentando salir, le había salido un chichón. Pero estaba bien. Y 11 minutos después apareció Claudia. ¡Me dieron solo dos puntos! Media hora después estábamos los cuatro solos. "Madre mía", no paraba de decir Oscar.

25 DE JULIO DEL 2008:"No puedo más"

Hace un mes y medio que nacieron y no puedo más. Intenté darles el pecho, pero lo dejé. Todo el rato tenían hambre y todo el rato lloraban. Ahora, por la noche, cuando Oscar le da el biberón a uno yo se lo doy al otro. Vivo en un bucle. Biberón, regurgitos, pañales, biberón, regurgitos, pañales... Y así las 24 horas. Los primeros 20 días vino mi madre a ayudarme. Y la verdad es que cada mañana me levanto con la ilusión de verles, pero anoche me puse a llorar desconsoladamente. "No puedo más, no puedo más", decía. Mi hermana, que ha venido a ayudarme, y Oscar me vieron tan mal que me dijeron que me acostara. Y he dormido toda la noche de un tirón.

Hay veces que ni me reconozco. Creo que los niños no van a estar bien si no estoy con ellos y quiero que todo se haga como yo pienso. Mi hermana, bromeando, me llama la madre coraje. Hay noches en que Oscar y yo nos enfadamos tanto que acabamos riéndonos. Hay momentos surrealistas. El otro día me encontré a Oscar roncando, dándole el biberón a Claudia por la oreja... ¡Y él negaba haberse dormido! Pero bueno, en unos días nos iremos a Valladolid, a casa de mis padres, y allí tendremos más ayuda.

13 DE JUNIO DEL 2009:"¿Y si tuviéramos otro?"

Los niños hoy han cumplido un año. ¡Un año! Recuerdo muy pocas cosas de aquellas primeras semanas. Tengo una gran nebulosa. Todo ha pasado muy rápido. Y creo que nos hemos organizado muy bien.

Ahora Darío y Claudia están empezando a caminar y es un no parar. No van a la guardería y digamos que estoy muy feliz y también muy cansada. La familia me ha ayudado muchísimo. Además, sigo en paro y eso me ha permitido disfrutar mucho de este año. Pero estoy todo el día con ellos y a veces me saturo, me angustio y creo que me apetecería trabajar, volver a ser la de antes, tener media hora para cerrar los ojos en el sofá. Otras veces pienso en intentar otro embarazo. Tenemos cinco embriones congelados. Es fuerte pensar en eso... Pero Oscar, de momento, no quiere. Dice que primero yo tendría que encontrar trabajo y cambiarnos de piso. No sé. A ver.