TYt la luz de la comunicación se hizo y desde entonces no ha dejado de crecer y durante muchos años, mientras crecía, la inmensa mayoría de los seres humanos vivíamos a un ritmo casi ancestral, ajenos a esta revolución que nos cambiaría para siempre. Existíamos en un mundo más pausado del que fuimos arrancados por los dioses Vinton G. Cerf y Tim Berners-Lee, ahora, entre otros reconocimientos, investidos doctores Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Madrid.

Crearon un universo nuevo que ha modificado nuestra existencia, la global y la más particular e íntima. Ya nada es ni volverá a ser igual; pusieron en marcha un mecanismo que nos catapulta al infinito porque nada tiene límites en la red.

Nada. Ni el descubrimiento de América, ni las pisadas del hombre en la luna; nada desde el comienzo de la andadura del hombre en la tierra ha cambiado tan radicalmente el mundo como internet. Pienso en algo que pueda comparársele y sólo logro fijarme en la transformación que supuso el dominio del fuego. "...y la ardiente luz fue sometida a la voluntad del hombre y el hombre se protegió del frío y de las bestias; calentó flexibles varas y fabricó revolucionarias armas de rectas trayectorias, y experimentó la dulce sensación de compartir con otros los límites de una hoguera y allí poder bailar y cantar".

El fuego hizo el milagro, el mismo que en nuestra era ha hecho internet.

Ahora no es la hoguera la que nos convoca, sino una ventana a través de la que el cosmos, el conocimiento, la relación y el intercambio se nos abren y nos engullen para adentrarnos en este universo nuevo, cuya inmensidad no sé si tan siquiera imaginaron estos dos dioses creadores que viven y se pasean disfrazados de hombres y que desde las fotos sonríen, con sencillez, al recibir el homenaje de los simples mortales.