Una decena de pelucas verdes, otros tantos cascos de bomberos, pistolas de agua y varias cajas de cerillas. Esto es todo lo que necesita ARBA (Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono) para concienciar a los habitantes de la cacereña comarca de Las Hurdes sobre la lacra social que suponen los incendios forestales, y demás lo saben. Esta zona del norte de Cáceres perdió más de 10.000 hectáreas de las 40.000 de monte que tiene en dos grandes incendios ocurridos en el 2003 y el 2009.

En colaboración con la Asociación para el Desarrollo de la Comarca de las Hurdes, medio centenar de voluntarios, procedentes de diversas localidades, se han citado este fin de semana para realizar cuatro sesiones de una performances --muestras escénicas-- muy silenciosas pero que hablan por sí sola.

Ayer por la mañana estuvieron en la piscina natural de Pinofranqueado, donde se repartieron los papeles de árbol, bombero y pirómano. Hombres, mujeres, niños y mayores escenificaron en tres dinámicas qué hay que hacer para evitar que un incendio arrase los bosques y acabe con las poblaciones autóctonas de flora y fauna. "Elegimos la performance porque es una manera diferente de trasmitir, trabajas las conciencias de manera directa pero no agresiva", asegura Alvaro Tejerina, coordinador de ARBA Extremadura, quien a golpe de silbato va marcando el inicio y el final de los ejercicios.

La población local no termina de entender muy bien qué es lo que está pasando, ni por qué hay gente con una peluca verde chillón haciendo la estatua, ni a qué viene correr de un lado a otro con una cerilla en la mano. Esa es su baza, la curiosidad. "Es una forma de denuncia en miniatura que para nuestra asociación es muy habitual", continúa contando Alvaro, y añade que "así se llega a la población y se analiza un tema muy importante, pero de una forma más distendida y buscando también la diversión". Después de agitar las conciencias de Pinofranqueado, llegó el turno de Caminomorisco. Hasta la piscina natural del Río Alavea acudieron personas como Beatriz, de Cáceres, quien afirma haberse apuntado a esta convivencia "porque hay que proteger el bosque activamente, dando ejemplo para que el que te vea reflexione y actúe". Diego tiene 11 años y viene desde Malpartida de Plasencia. Le gusta la naturaleza y, además, se lo pasa bien y conoce nuevos amigos, como Carlos de 13 años. Ambos han aprendido la lección en una exposición. Tras la performance , los voluntarios iniciaron a limpiar la piscina y sus alrededores tras una máscara de plástico que, según Tejerina, "sirve para guardar el anonimato, ya que al fin y al cabo, es una regañina hacia la gente que te está viendo y que cada día tira al suelo lo se está recogiendo". Junto a los voluntarios, no podían faltar a la cita los bomberos forestales, que explicaron cómo realizan su trabajo y también refrescaron a los más acalorados a golpe de manguera. Hoy la escena se repite en Vegas de Coria y Las Mestas.