El Departamento de Estado de EEUU ha enviado un cable a sus embajadas en todo el mundo para que transmitan el mensaje de que el proyecto de volar en el espacio un satélite espía sin control que se acerca a la Tierra no tiene motivaciones militares. Los embajadores deben insistir en que la motivación de la inusual operación (normalmente los satélites sin control caen en el planeta sin mayores consecuencias) es evitar el riesgo de contaminación que suponen los casi 500 kilos de combustible tóxico que lleva el ingenio, de unos 9.000 kilos de peso y del tamaño de un pequeño autobús.

Y es que la compleja maniobra ordenada por Bush tiene ramificaciones militares y diplomáticas. Para destruir el satélite, un navío de guerra Aegis lanzará desde el norte del Pacífico un misil antibalístico. Para ello, será necesario controlar el recorrido del aparato las 16 veces cada 24 horas que completa una vuelta entera al planeta, así como cambiar la programación de radares y sensores. Una operación sin precedentes que dará al Ejército estadounidense una prueba real de las posibilidades de un misil antibalístico para destruir satélites en el espacio.

DESMILITARIZAR EL ESPACIO Ese es el problema, en un momento en que Rusia y China piden firmar un tratado para desmilitarizar el espacio. Washington insiste en que no se trata de un ensayo militar y que no pretende enviar un mensaje de poderío a nadie, pero China no olvida que en enero del 2007 EEUU criticó con dureza su ensayo de un misil antisatélites que destruyó un satélite meteorológico en el espacio. El carácter desclasificado de muchos de los detalles del satélite espía no ayuda a zanjar las suspicacias. En Francia, el director del centro espacial de Touluse, Marc Picher, declaró que el argumento del combustible no se sostiene, ya que satélites con este tipo de fuel (hydrazine) ya han regresado a la Tierra anteriormente.

Esta vez, la estrategia de EEUU es conciliadora. Su embajadora ante la Conferencia del Desarme, Christina Rocca, explicó ayer en Ginebra prometió compensaciones si algún país se ve afectado por los restos de la explosión.