Para que el ejercicio físico ejerza un efecto antienvejecimiento debe incluir movimientos aeróbicos, anaeróbicos y articulares, dice Josep Maria Serra. Los primeros (natación o marcha) favorecen la circulación sanguínea. Los segundos (pesas o carrera intensa), generan musculatura y desprenden hormona de crecimiento y testosterona, necesarios para mantener el tono vital y las funciones sexuales. Los articulares (estiramientos) evitan la artrosis.