"El miedo nunca se me va a ir del todo, pero trataré de vencerlo y volveré a México", asegura a Efe el empresario de Castellón víctima de un secuestro virtual en México, a quien la Guardia Civil, en colaboración con las autoridades de ese país, logró liberar.

Por razones de seguridad, no quiere dar su nombre ni el de su empresa, del sector del azulejo, pero quiere contar su experiencia para evitar que otros empresarios sean víctimas de esta modalidad de secuestro y aconsejarles que si reciben una llamada sospechosa, cuelguen inmediatamente.

Apenas unas horas después de aterrizar en el aeropuerto madrileño de Barajas y visiblemente cansado, el empresario, que desde hace varios años viaja a México por razones de trabajo, reconoce que sintió "mucho miedo y mucha angustia" y que solo cuando habló con los agentes de la Guardia Civil pudo tranquilizarse. "Me dio mucha seguridad", confiesa.

Según su relato, el pasado domingo cenó con un amigo en la ciudad de Monterrey y en torno a las 23.30 horas llegó a su hotel y se acostó, pero recibió una llamada en la habitación en la que le hicieron saber que conocían su nombre y su nacionalidad.

Le comentaron que pertenecían a un grupo armado del Gobierno y que querían comprobar si había drogas o armas en el hotel. Confiaban además en que en la habitación del español no hubiera nada y en que siguiera sus instrucciones porque, de lo contrario, le matarían.

El interlocutor le pidió su número de teléfono móvil mexicano y, tras colgar, le llamó a ese terminal, explica a Efe el empresario, a quien le instaron a dirigirse a un supermercado frente al hotel para recargar el teléfono.

Como no aceptaban dólares, se dirigió, siguiendo las instrucciones de sus extorsionadores, a un gasolinera, donde tampoco se los aceptaron.

Así que le obligaron a coger un taxi hasta una casa de cambio, volver al supermercado y hacer varias recargas de dinero a números de móviles que los delincuentes le hicieron anotar.

Después, y siempre por teléfono, le hicieron comprar un terminal mexicano y dirigirse en taxi a un hotel alejado un kilómetro y medio del suyo, donde la banda había reservado una habitación a nombre de Matel.

La víctima asegura que siguió todas las instrucciones de sus secuestradores virtuales desde el convencimiento de que le estaban vigilando de cerca.

Ya en la habitación del segundo hotel, que tuvo que pagar en metálico, le llamaron al móvil recién comprado y le hicieron varias preguntas personales y sobre la empresa. Pero además le informaron de que estaba secuestrado y de que iban a pedir una "cuota" (rescate) por su liberación.

"Me obligaron a darles el número del responsable de mi empresa", contactaron con él (en llamada a tres) y le exigieron 100.000 euros de cuota.

"Le dijeron también que tenía una hora para reunir el dinero y que le darían instrucciones para enviarlo". "Claro que sentí miedo", dice el empresario antes de asegurar que al principio no se dio cuenta de que se trataba de un secuestro, sino de una extorsión, pero que fue consciente de su situación cuando le hicieron ir al segundo hotel.

Y sintió miedo. "Mucho miedo y mucha angustia", continúa este empresario, quien explica que hasta las 9 ó 9.30 de la mañana le tuvieron en la habitación con el teléfono abierto para escuchar cualquier movimiento y hablar con él cada 15 ó 20 minutos.

Fue a esa hora de la mañana cuando el equipo de Secuestros y Extorsiones de la Guardia Civil, que le localizó con medios técnicos que los agentes prefieren no revelar y tras la denuncia de la esposa de la víctima, intervino, pudo hablar con el empresario y decirle que abandonara rápidamente el hotel en un taxi y fuera a un lugar seguro, la casa de un amigo.

"Gracias a la gestión de la Guardia Civil todo salió correctamente y todo acabó bien", dice. Y añade. "Fue crucial que la Guardia Civil tomara el control".

Aunque en un principio desconfiaba de todo el mundo, la conversación con los agentes le tranquilizó y le dio "mucha seguridad".

Tras su experiencia, la víctima recuerda a otros empresarios que viajan a México que "la inseguridad está ahí aunque creamos que no nos va a pasar a nosotros", y les aconseja que tras los diez o quince primeros segundos de una llamada de desconocidos, lo mejor es colgar "y no hacer caso".

Sabía que en México se producían secuestros, pero no de este tipo, y dice que volverá. "Espero que sí. El miedo nunca se me va a ir del todo, pero hay que tratar de vencerlo. Tengo buenos amigos allí, tenemos negocios y hay que continuarlos", concluye este castellonense, ya con ganas de abrazar a los suyos.