Arquímedes Lozano, quien vive en un piso situado justo enfrente del inmueble derrumbado ayer por la explosión de gas, se encontraba en su cama cuando escuchó "un ruido muy grande, muy grande, muy grande, que parecía una bomba". Poco después, escuchó cómo las fuerzas de seguridad decían "bajen, bajen, bajen" a todos los habitantes del edificio.

Allí se encontraban cientos de personas que contemplaban atónitas los escombros, las llamas y el humo. Muchas de ellas --como la jubilada María Teresa Santo, quien calificó el estallido de "terrible"--, todavía vestían bata y pijama. No habían tenido tiempo de vestirse con nada más. "La explosión ha sido espeluznante. Nunca había visto nada igual", explicó José Luis González, vecino del portal afectado, quien ya a esa hora aventuró que habría "muchas víctimas".

El recuento de los desaparecidos comenzó en esos primeros instantes. Faltaba un hombre llamado Hilario, vecino de Madrid y que durmió en el inmueble siniestrado, en el piso de su madre. Tampoco se sabía nada de Eduard Dulán, nacido en Colombia hace 24 años, quien el año pasado compró una de las viviendas del edificio siniestrado. Su esposa, Juliana Andrea, de 19 años, se encuentra estable en el hospital.