Dice Luz Giraldo, no solo con las palabras sino con las manos, con el gesto, con la resignación que es ella toda cuando explica en qué momento decidieron volverse: "¿Cuándo? Cuando nos vimos a dos velas, sin nada que hacer, sin trabajo, sin ayudas, sin nada". "En Colombia, si estamos muy mal, saco una mesita a la calle y hago unas empanadas y con eso como al otro día, pero eso aquí no lo puedo hacer", añade. El inalterable plural incluye a Melvin Papadopolo, guatemalteco de antepasados griegos, su marido, sentado al lado suyo en esta cafetería del Eixample barcelonés donde a cuatro manos trazan un autorretrato, el de su aventura inmigrante, buscando el momento en que se torció todo o empezó a torcerse, el comienzo del fin.

Luz a estas alturas ya se encuentra en Medellín, su ciudad natal, la que le dio las primeras oportunidades y de la que espera otra vez mucho. "Tenemos ideas y planes, tenemos muchos, de hecho, pero hay que ir y ver lo que hay, lo que se puede hacer". Parte de su optimismo está relacionado con las ayudas que ha encontrado para marcharse lo menos traumáticamente posible, tanto en el consulado como entre la comunidad colombiana local. "Se me cierran todas las puertas de aquí pero se me abren las de Colombia", dice. "En el consulado, por ejemplo, nos han facilitado mucha información, es gracias a ellos que sabemos lo que podemos meter en el país sin pagar impuestos, las ayudas que podemos tener allá, las facilidades, en fin".

UNA OFERTA CONSIDERABLE Los inmigrantes se están volviendo, llevan años haciéndolo, un lustro al menos, desde el comienzo de la crisis, quizá no en hordas pero sí constante, sostenidamente, tanto que es algo que ya se llama fenómeno, y tanto que las administraciones, las oenegés y los gobiernos implicados no han tenido más remedio que ponerse a la altura: hay partidas presupuestarias (las administraciones), hay gestión de esas partidas (oenegés) y hay planes de ayuda, en algunos casos leyes promulgadas ex profeso para que la vuelta a casa sea más sencilla (los gobiernos). "Hay muchas subvenciones, una oferta de retorno considerable", dice Gloria Rendón, directora del Servicio de Atención a Inmigrantes, Extranjeros y Refugiados (SAIER) del Ayuntamiento de Barcelona, que a partir de diciembre, en sintonía con la modificación de los flujos migratorios, ha incorporado un servicio de información sobre retorno voluntario. "El tema del retorno está a la orden del día, y a nivel de fondos de ayuda hay entidades locales, autonómicas, estatales y europeas comprometidas". Las ayudas no son una realidad inamovible: las partidas se agotan, por un lado, a veces antes de tiempo, y por otro lado cada entidad otorga las suyas a inmigrantes con un perfil determinado (con un denominador común casi siempre, eso sí: la vulnerabilidad). "El esfuerzo que hacemos aquí es estar actualizados para poder dar a los inmigrantes la información que más les conviene, por momento y perfil", explica Rendón.

Buscar eso, información, fue lo primero que hicieron los Papadopolo-Giraldo cuando se dieron cuenta de que la senda inevitable era la del regreso, pero de eso hace meses; a principios de diciembre, con el viaje encima, todo en su pequeño piso de Terrassa era trajín: cajas, maletas y baúles; la parafernalia de los grandes viajes. Luz es la avanzadilla; Papadopolo tiene previsto viajar en enero, a una tierra que no conoce pero cuya acogida da por descontada. Sea de ida o de vuelta, toda aventura migratoria es un viaje incierto, y aún con las maletas hechas y sus pertenencias en un contenedor, viajando por el Atlántico hacia algún puerto del Caribe colombiano, los dos seguían siendo un océano de dudas. "La idea es que Luz vea allá cuáles son las condiciones de los créditos para retornados. Nuestro objetivo es poner un negocio, algo pequeño, para poder vivir". Las líneas de crédito especiales son la punta de lanza de los proyectos de ayuda que han puesto en marcha los países que más retornados reciben, como Ecuador, Colombia y Perú, y que otros, como Bolivia, pondrá en marcha en breve.

AGRICULTORES "Los planes que nosotros llevamos a cabo son política del Gobierno --explica la embajadora de Ecuador en España, Aminta Buenaño--. Nuestra Constitución garantiza el apoyo y la protección del Estado a los inmigrantes que se encuentran en el exterior, los cuales han sido durante muchos años decisivos para la economía de Ecuador". Del Plan Tierras del Gobierno de Quito, dirigido a los retornados interesados en empezar un proyecto agrícola, se beneficiaron este año cerca de medio millar de retornados, explica la embajadora, y del Plan Maestros, que facilita el ingreso en el magisterio ecuatoriano, más de un centenar.

Bogotá aprobó el año pasado la ley de retorno para colombianos y desde entonces, demasiado lentamente según algunos, ha concretado las medidas previstas de ayuda. El consulado en Barcelona organiza regularmente charlas informativas a las que acuden los que ya tomaron o están dudando si tomar la decisión, donde salen a relucir interrogantes sobre los créditos, las supuestas ayudas para la compra de billetes (inexistentes) y detalles prácticos, que parecen nimios pero importan, como el traslado de los enseres del hogar. Allí se presentaron los Papadopolo-Giraldo y allí se enteraron de que podían pasar por aduanas casi lo que quisieran sin pagar impuestos. "Nos inscribimos en el plan de retorno para beneficiarnos de estas cosas", dice Melvin. Ahora esperan que los buenos augurios se conviertan en un buen futuro.