Escocia instauró desde ayer, 1 de mayo, un precio mínimo por la compra de cualquier bebida alcohólica, una medida pionera a nivel mundial, cuyo objetivo es desincentivar el alto consumo de alcohol que causa miles de muertes al año y eleva la delincuencia. Tras una larga batalla judicial, debido a la oposición de la Asociación Escocesa del Whisky (SWA), la ley, aprobada por unanimidad en el 2012, entra en vigor para elevar el precio de la cerveza, la sidra y los licores más baratos, que se venden en supermercados y tiendas autorizadas conocidas como ‘off licence’. La medida no afecta, en principio, al que se dispensa en pubs y establecimientos autorizados.

La normativa establece un precio mínimo por unidad de alcohol (10 mililitros de alcohol puro) de 50 peniques (57 céntimos de euro). En la práctica supondrá que una botella de vino tinto de 12º, que contiene 12 unidades de alcohol, no se pueda vender por menos de 6 libras (6,80 euros) y que una botella de whisky no se pueda vender por menos de 14 libras (15,90 euros).

Alcohol Focus Scotland (AFS), la mayor organización de Escocia para la prevención del alcoholismo, considera que la nueva normativa conseguirá reducir el consumo excesivo de alcohol, que lleva a los escoceses a beber un 17% más que sus vecinos ingleses y galeses.

Su directora, Alison Douglas, ha explicado que está demostrada la relación directa entre el precio y el daño que produce el alcohol, por lo que el impacto de esta norma será significativo. «Va a salvar vidas y reducirá la criminalidad. La mitad de los delitos que se cometen en Escocia están relacionados con el consumo de alcohol», señaló.

En el 2016, Escocia, una región que cuenta con cinco millones de habitantes, registró 1.265 muertes relacionadas con el consumo de alcohol, un aumento del 10% respecto al 2015, según cifras oficiales.

«A veces pensamos que el problema del alcoholismo está relacionado con bebedores dependientes y personas sin hogar, pero la realidad es que uno de cada cuatro escoceses bebe por encima de lo que recomiendan los médicos», destacó Douglas. La industria, prosigue, promociona el alcohol «como un estímulo social», por lo que se lo considera un producto «de consumo diario».

«Es bastante difícil, por ejemplo, comprar una tarjeta de cumpleaños que no bromee sobre beber prosecco, si eres mujer, o cerveza, si eres hombre. Es esa normalización del consumo de alcohol la que debemos combatir», recalcó.