Brotes por todo el país y goteo de contagios y fallecimientos por covid-19. Tras casi cien días de estado de alarma, en los que se logró controlar la expansión de la pandemia, los datos de incidencia y reproducción del virus al mínimo confirman ahora que nos adentramos en una etapa larga en la que no quedará más remedio que convivir con el virus. Una convivencia que, alertan los expertos en salud pública, no será fácil y obliga a estar alerta para evitar que los focos se descontrolen, como muestran los 60 que se han activado en estas dos últimas semanas. «En prevención, se trata de hacer muchos algos para que no pase nada», resume Ildefonso Hernández, epidemiólogo y portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (SESPAS).

La situación actual dista mucho del escenario que se vislumbró ya a mediados de marzo. En los peores momentos de la crisis, España registró una incidencia acumulada en dos semanas de 81 casos por cada 100.000 habitantes, una cifra que en estos momentos se ha dividido por 10, con 8,7 casos frente a los 16 que se alcanzan de media en Europa. Hace cuatro meses, uno de cada cuatro positivos diagnosticados necesitó hospitalización, y ahora es ingresado menos de uno de cada 10 casos.

También se ha reducido la gravedad de las afectaciones. Hace dos meses, los casos que empeoraban y pasaban a las ucis rondaban el 3,5% o el 4% de los ingresados, mientras que ahora ese porcentaje está entre el 1,5% y el 2%. Parte se debe a la reducción de la media de edad de los positivos, situada ahora en 50 años en las mujeres y en 47 en los hombres, así como a una mayor protección de las personas más vulnerables. Y la tasa de reproducción ha evolucionado del 2,5%-3%, con picos en lo peor de la crisis de hasta el 5%, al actual 0,6%. Es decir, cada contagiado lo transmite a menos de una persona, un valor que permite dar por controlada la crisis sanitaria pero no olvidar que el virus sigue presente.

La barrera, 250.000 contagios/ No obstante, se siguen registrando picos, como los 174 nuevos positivos notificados el pasado viernes, que elevan el total de infectados por encima de los 250.000 casos, según los datos de Sanidad. De hecho, la nueva fase ha hecho emerger un importante número de asintomáticos, detectados a partir de los rastreos de los nuevos contagios. También las muertes registran picos y valles, con 17 fallecidos del jueves al viernes frente a los cinco contabilizados la jornada anterior. Es el balance más negro, con 28.385 personas que perdieron la vida desde el inicio de la crisis, 21 de ellas en la última semana.

Los casos están vinculados a alguno de los 60 focos registrados en estas dos semanas en casi todas las provincias, coincidiendo tanto con los lugares donde hubo mayor incidencia del virus durante el estado de alarma como con los puntos con mayor movilidad de personas. «La existencia de brotes es lo esperable en una fase como la actual, donde aún no podemos hablar de eliminación sino de control y convivencia», advierte Pilar Aparicio, directora general de Salud Publica del Ministerio de Sanidad, «más aun teniendo en cuenta las relaciones internacionales y la reapertura de la movilidad, porque el flujo internacional también hace que seamos más vulnerables».

EL MISMO ORIGEN / Lo que no ha cambiado son los orígenes de los contagios. El entorno laboral, los encuentros con la familia y los amigos están detrás de esos brotes, a los que se sumarán la presencia de los turistas y, posteriormente, la llegada de las infecciones respiratorias propias del otoño, que ya de por sí presionan al sistema sanitario.

Por este motivo, Sanidad reforzará la campaña de vacunación de la gripe para descongestionar los centros, pero Ildefonso Hernández apunta a que las medidas de prevención contra el coronavirus también tendrán incidencia positiva en algunas de estas patologías que se transmiten de la misma forma.