En España se cultivan más de un millar de plantas exóticas, aunque es difícil determinar cuántas se han desarrollado con fuerza lejos de los jardines y pueden catalogarse como auténticas invasoras. Según un estudio de Montse Vilá, de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), y Jara Andreu, del Centre de Investigació Ecológica y Aplicaciones Forestales, las comunidades autónomas tienen planes de control para un total de 109 especies, incluyendo los 13 parques nacionales.

LAS MAS FRECUENTES "Las diversas comunidades se han gastado en los últimos 10 años más de 50 millones de euros en planes de control", prosigue Vilá. Las más perseguidas son la uña de gato, el eucalipto, varios tipos de acacia y el ailanto.

El principal motivo esgrimido es que desplazan la flora autóctona, reducen la biodiversidad y homogeinizan el paisaje, pero los problemas asociados no acaban allí. Dependiendo de los casos, algunas plantas pueden crear problemas de erosión (eucalipto), afectar a la polinización de los insectos, hibridarse con variedades autóctonas (varias palmeras, por ejemplo), reducir el alimento para la fauna, favorecer los incendios, los pinchazos accidentales (chumberas) y hasta aumentar el periodo y la recurrencia de las alergias, puesto que algunas plantas foráneas (mimosas) florecen fuera de temporada.

Otro problema es que muchas invasoras "muestran una gran capacidad para adaptarse a climas diferentes", dice Anna Travesset, investigadora del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, en Palma. Un ejemplo muy conocido es el del ailanto, habitual como árbol de alineación en las calles. "Sus semillas --afirma Travesset-- y un solo individuo puede producir hasta 350.000, son dispersadas por el viento y rebrota de una forma importante, desarrollando grandes redes de raíces que crecen de forma clonal".