He visto en Youtube varios vídeos protagonizados por Gustavo Biosca , que va a pasar a la historia de la televisión como el cómico suicida . Para quienes no lo conocen aún, se trata de un hombre joven que se echa --o echaba-- a la calle, megáfono en mano, para contar chistes ofensivos contra determinadas comunidades . Para Santiago Segura , el cómico suicida "es un monologuista experto en decir lo que no debe". Contar chistes en los que ridiculiza al Islam en las cercanías de una mezquita o hacer un juego de manos en una taberna vasca en la que convierte un pañuelo con la bandera del País Vasco en otro con la bandera española son algunas de sus temeridades. Más que pasión por el humor, lo suyo es pasión por el riesgo. En un vídeo grabado durante una manifestación falangista, en la que contó chistes contra Franco , fue interpelado por un policía, que le dijo con cierto asombro: "Es acojonante lo que sois capaces de llegar a hacer por salir un minuto más en la tele". Sí, por quince minutos de gloria algunos arriesgan su integridad física.

La última aportación al espectáculo la ha puesto el periodista Manolo Lama , a quien no se le ocurrió nada más mejor que apiñar a varios seguidores del Atlético de Madrid en torno a un mendigo de Hamburgo. Este buen hombre tuvo que contemplar, estupefacto, a un grupo de desconocidos que se mofaban de él mientras le echaban monedas entre bromas de mal gusto. Obligado por la indignación general ante su heroicidad , Lama se ha disculpado poco y mal. Es obvio que tanto él como Biosca pertenecen a ese tipo de personas que piensan que el espectáculo debe seguir. A cualquier precio.