Ha sido uno de sus principales argumentos de defensa. Albert Cavallé, que acumula más de 20 denuncias por estafa, en su mayoría de mujeres con las que contactaba a través de internet, restaba importancia a los procedimientos judiciales que tiene abiertos en Barcelona, Pamplona y Baiona (Pontevedra), presumiendo de que había sido absuelto en todos los juicios que ya se han ido celebrando contra él. Hasta ahora. Dos juzgados de Barcelona acaban de dictar dos sentencias condenatorias, a las que ha accedido EL PERIÓDICO, contra el conocido como estafador del amor, a quien imponen un año y seis meses de prisión por engañar a dos mujeres ante las que fingió ser inversor bursátil para que le entregaran sus ahorros.

El juzgado de lo Penal número 3 de Barcelona lo condenó el 26 de noviembre a un año de cárcel por una estafa cometida en marzo del 2016 a una mujer con la que contactó a través de internet haciéndose pasar por inversor en bolsa, «con apariencia de poder serlo, a tenor de su aspecto físico». Según la resolución, Cavallé, «le solicitó mil euros, que aseguró le proporcionarían pingües beneficios», por lo que la chica, que «coincidió con él en persona hasta en siete ocasiones, forjándose una relación de confianza entre ambos», accedió.

A continuación, «para prolongar su mendacidad» o engaño, «se preocupó de ir informando a la víctima de los beneficios que iba obteniendo, irreales en realidad», enviándole mensajes de WhatsApp. La estafa se mantuvo hasta que la denunciante le pidió parte del dinero que había generado su inversión para comprar un vehículo. Entonces, «el acusado le solicitó un ingreso de 980 euros con la justificación de que tenía que desbloquear la inversión obtenida para así poder hacerle entrega de los beneficios». Ante la negativa de la víctima a entregar más dinero, del que además según la sentencia «no disponía», Cavallé insistió afirmando que «iba a perder lo obtenido hasta el momento».

La decisión judicial destaca la «conducta falaz» de Cavallé y su versión, «carente de todo fundamento». «El acusado habla de un complot urdido por parte de su expareja para perjudicarle, en cuyo seno ha recibido múltiples denuncias de mujeres en los mismos términos que la que origina el presente procedimiento, si bien reconoce que no puede aportar pruebas de lo manifestado. Esta versión resulta fantasiosa y en absoluto ajustada a la realidad por cuanto ello supondría que una pluralidad de personas, sin motivación aparente alguna, se conciertan con otra, a fin de perjudicar a alguien que ni siquiera conocen». Quien sí aportó pruebas documentales que acreditan la estafa es la denunciante.