Charles Okeke, un estadounidense de 43 años cuyo corazón quedó destruido, se ha convertido en el primer hombre que estrena un dispositivo portátil que permite que la sangre vuelva a circular con normalidad. El aparato se lleva colgado como si se tratara de una mochila, según han informado la empresa fabricante, Syncardia Systems, y el hospital donde se practicó la operación, la Clínica Mayo.

El corazón de Okeke quedó destruido cuando tenía 30 años al sufrir un coágulo sanguíneo. Inmediatamente le practicaron un trasplante de corazón y gracias a él llevó una vida normal durante 10 años. Sin embargo, su cuerpo acabó rechazando el órgano en el 2008 y fue imposible conseguir otro. A partir de entonces, pasó dos años encerrado en un hospital, conectado a una máquina de 180 kilos que hacía de corazón.

Su vida de Okeke cambió cuando la FDA, la agencia de EEUU que regula los asuntos de salud y alimentación, aprobó el dispositivo de Syncardia. El Freedom Driver, que es su curioso nombre, funciona con baterías y es capaz de proveer energía para todas las funciones del corazón artificial. De hecho, conceptualmente no es nada nuevo, puesto que la misma empresa ya trata a otros 800 afectados cardiacos con problemas irresolubles: lo que lo hace revolucionario es la miniaturización de los sistemas. En vez de un pesado armario, como hasta ahora, es un dispositivo que pesa seis kilos.