Mirar al pasado para predecir el futuro. Los grandes marinos y exploradores británicos del siglo XVIII jamás imaginaron que las anotaciones de sus travesías hacia mundos desconocidos pudieran ayudar a los científicos actuales para estudiar el cambio climático. Los cuadernos de bitácora de las más famosas expediciones, incluidas la de Charles Darwin en el Beagle, la de James Cook en el Discovery y el Resolution y la aventura polar de William Parry en el Hecla, son ahora una fuente inestimable de información para comprender la evolución del clima en nuestro planeta. Los libros contienen mediciones y datos como temperatura, formación del hielo, presión del aire, velocidad y dirección del viento en los mares más remotos, de una minuciosidad encomiable y muy útil.

Rescatados de los Archivos Coloniales y de los fondos de la Marina Real, 300 cuadernos de navegación del siglo XVIII y XIX han sido digitalizados y estarán disponibles a partir del próximo año para todos los aficionados y expertos que quieran consultarlos en la web de los Archivos Nacionales (cuya página principal es www.nationalarchives.gov.uk). ±Las observaciones en los cuadernos de bitácora sobre la fuerza del viento y las condiciones del tiempo son asombrosamente buenas y a menudo resultan ser mejores que los cuadernos más modernosO, afirma el profesor Dennis Wheeler, de la Universidad de Sunderland, que dirige el proyecto, conocido como Corral, en el que han colaborado varias entidades científicas y culturales. ±Por supuesto, los marineros tenían que estar muy alerta y la idea de que podían estrellarse con un arrecife era un gran incentivo para esmerarse al hacer las anotaciones", explica Wheeler.

Uno de los anotadores más precisos y meticulosos fue el capitán Cook, quien en cada jornada de sus fantásticas singladuras, exactamente a mediodía, registraba las incidencias climatológicas. "Es difícil creer que en mitad del verano y estando en una latitud de 35 grados, haya podido producirse un temporal de viento como el que hemos tenido, con su fuerza y duración tal como yo raramente había visto antes --escribió Cook a bordo del HMS Endeavour, mientras navegaba por Nueva Zelanda el 1 de enero de 1779--. Afortunadamente, en esta ocasión nos encontrábamos a buena distancia de tierra; si no hubiera sido así, hubiera resultado fatal para nosotros y para el barco". En los archivos ya existían abundantes datos e informes sobre la meteorología de la época en tierra firme, pero los científicos ignoraban lo que estaba sucediendo en los mares y de ahí la importancia de poder acceder a los cuadernos de navegación. "Lo que ocurre en los océanos controla lo que ocurre en la atmósfera, por lo que es imprescindible comprender los océanos para comprender el comportamiento futuro del clima", argumenta Wheller.

Además del interés científico que puedan despertar, los libros de bitácora de los ilustres expedicionarios están repletos de notas y apreciaciones personales con una información fascinante de lo que era la vida a bordo de sus embarcaciones durante aquellas legendarias exploraciones, llenas de imprevistos.