Boris Becker fue adicto a los somníferos en sus años de gloria deportiva. Así lo reconoce en su autobiografía, que el diario alemán Bild está adelantando en fragmentos. El tricampeón de Wimbledon ha recordado que sus problemas empezaron en 1987, cuando el médico del equipo alemán de Copa Davis, Joseph Keul, le comunicó que los atletas necesitaban entre ocho y nueve horas de sueño para estar en forma, lo que le llevó a probar un medicamento llamado Planum. "Lo tomé durante años. Al final, me despertaba en medio de la noche porque el efecto sólo duraba tres o cuatro horas. Entonces tenía que doblar la dosis", ha escrito Becker.

El exdeportista sostiene que hubo épocas en que no podía cerrar los ojos sin las pastillas, y que las llegó a combinar con whisky para aumentar sus efectos. Los fármacos generaron en Becker una tendencia a la melancolía y a la depresión. Becker dejó las pastillas al nacer su primer hijo, Noah, aunque durante ese tiempo sufrió claustrofobia.