Los padres y hermanos de José Bretón, como era previsible, se han acogido este viernes a su derecho a no declarar ante el tribunal que le juzga por la muerte de sus dos hijos, Ruth y José, en octubre de 2011.

Al entrar en la sala, todos ellos se han cruzado la mirada con el acusado, salvo Rafael Bretón, y su madre, Antonia Gómez, que incluso se ha acercado a besarle en dos ocasiones. Ha sido de las escasas ocasiones en que Bretón ha suavizado el rictus de su cara, más relajada que en jornadas anteriores.

Quienes si han tenido que declarar han sido sus cuñados. El marido de su hermana, José Ortega, ha respondido con vaguedades o sin recordar muchos detalles. Sí se ha emocionado al recordar la búsqueda de sus sobrinos y cómo se extrañó de la versión que Bretón contó sobre las circunstancias en que se perdieron los niños. Así contó que le pareció raro que dejara andar a los niños tantos metros por delante.

Antes de la familia, ha prestado declaración el psiquiatra que atendía habitualmente a Bretón, que ha ratificado que fue el quien le recetó las pastillas tranquilizantes "porque conocía su diagnóstico y las obsesiones que tiene" y estimó que le podían tranquilizar. Y ha contado que pensó que, como en muchos otros casos, podía utilizar a los niños para dañar a su exmujer en el proceso de separación.