La cárcel es una oportunidad, una gracia concedida por Alá". El imán Lahcen Sau repite ese mensaje a los reclusos musulmanes que, en la cárcel Modelo, se acercan a él en busca de paz y consejo. "En la calle no hay tiempo. Mucha gente pagaría por poder tener el tiempo del que tú vas a disponer en la cárcel. Así que aprovecha este tiempo que Alá te ha concedido para reflexionar sobre tu vida y tu relación con los demás", le dice el religioso a Imrán, un preso paquistaní.

"Le pregunto sobre cómo puedo practicar mi religión aquí dentro: qué cosas puedo comer y cómo hacer mis rezos", explica Imrán. Como muchos otros, este preso reza en la celda --"en la cama o en el suelo"-- que comparte con otros cuatro reclusos. "No son musulmanes pero me respetan cuando rezo". A Imrán le preocupa que su celda no sea un lugar limpio para alojar su rezo. El imán le calma: "El profeta dijo que ´el mundo entero es una mezquita´". Mientras, otros tres reclusos marroquís esperan turno. "Hablar con él te relaja", confiesa Mohamed. "Como musulmán --dice-- no me siento discriminado. Pero sí me gustaría que pudiéramos tener un oratorio en prisión."

Altar cristiano

De hecho, el diálogo con el imán se celebra en la capilla de la Modelo, un espacio rebautizado como espacio de silencio por la gracia de una mampara plegable que se despliega para tapar el altar cristiano. "A los musulmanes no les gusta estar aquí cuando el altar está a la vista", explica un funcionario. La convivencia que impone esa pequeña sala no es solo religiosa ya que, mientras el imán atiende a los musulmanes, una cola de presos espera a que les llame el dentista, a cuya consulta se accede desde la capilla. La dirección de la Modelo reconoce que las posibilidades de esa sala quizás se queden cortas: "Somos una cárcel muy antigua y esa sala es todo lo que podemos ofrecer".

Situaciones como las de la Modelo se producen ya en casi todas las cárceles españolas, donde la población reclusa de confesión islámica supera los 7.000 internos. Su presencia ha llevado a las instituciones penitenciarias a emitir circulares para garantizar el derecho a la libertad religiosa --establecido por la ley-- en las prisiones españolas, donde los reclusos musulmanes reciben una dieta sin carne de cerdo, donde se les adaptan los horarios durante el mes de Ramadán y donde se está intentando sistematizar la asistencia religiosa impartida por imanes.

Imanes bajo control

El 27 de octubre, el Gobierno aprobó financiar la asistencia islámica en prisiones por imanes siempre que sea solicitada por 10 o más presos. "El Estado reconoce y garantiza la asistencia religiosa en las cárceles", explica Juan Ferreiro, subdirector de Promoción de la Libertad Religiosa en el ministerio de Justicia.

Para asegurarse de que esos imanes no utilizan la asistencia religiosa para expandir ideas extremistas entre los presos, el ministerio ha establecido una serie de requisitos. El imán debe presentar un certificado de que carece de antecedentes penales y debe estar avalado por la Comisión Islámica de España. Su candidatura ha de ser aprobada por la cárcel, que puede quitarle el permiso. "Nosotros apoyamos la asistencia religiosa no el proselitismo", explica Mercedes Gallizo, la directora general de Instituciones Penitenciarias.

La mayoría son marroquís y están condenados o en espera de juicio por presuntos robos o tráfico de droga, aunque crece el número de acusados por violencia doméstica. "Los musulmanes no son un colectivo demasiado conflictivo", asegura el responsable de prisiones de Cataluña. En el 2005, se reguló en esta región el derecho a recibir atención religiosa y estableció que en cada cárcel haya una zona multiconfesional, denominada "espacio de silencio".

Pero las cosas no siempre son fáciles. Como reconocen responsables gubernamentales "una cosa es la teoría y otra, la práctica". Las limitaciones de espacio y de recursos y el temor a la expansión del extremismo condicionan esas medidas. Ninguna prisión ha destinado un espacio en exclusiva a mezquita. Y, aunque la misa dominical se sigue celebrando, son muy pocas las prisiones que toleran el rezo colectivo del viernes, el más importante para los musulmanes, pues se teme que sirva para expandir mensajes extremistas.

Así, en la mayoría de prisiones los presos rezan en sus celdas o en salas de uso polivalente donde funciones como la de biblioteca se alternan con la de oratorio. Instituciones Penitenciarias asegura que no hay mezquitas. "Se han habilitado espacios que alternan otros usos con el de sala de oración, pero no se han creado salas exclusivas como oratorio musulmán", señala Gallizo.

Según el sindicato Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (ACAIP), en algunas prisiones los reclusos musulmanes han "sacralizado espacios". "Han puesto alfombras y han marcado la dirección a la Meca".

Apoyo

En la prisión de Madrid 2, también conocida como Alcalá Meco, la asistencia religiosa la realiza el imán Mohamed Kharchich. A su paso por los corredores de la prisión, el imán recibe calurosos saludos de los funcionarios pues ha colaborado en normalizar varias situaciones de tensión con reclusos musulmanes. Varios presos se acercan respetuosos a darle la mano. Poco a poco, tras él se agrupan reclusos que le siguen hasta el comedor del módulo. Allí, una vez a la semana, el imán da apoyo religioso a los presos en forma de una charla de 30 minutos. Este jueves, sentados a ambos lados de una mesa alargada, los jóvenes escucharon como el imán les conminaba a seguir "el camino recto".

Pasa a la página siguiente