El hombre propone, Dios dispone pero el toro lo descompone, es algo que la gente del toro tiene in mente. Y ayer por la tarde ese aforismo se cumplió, porque la corrida de seis toros de diferentes ganaderías, en su ecuador entre tercero y quinto, se vino abajo. Antes se lidió en primer lugar un toro de Daniel Ruiz manejable, otro bueno de Núñez del Cuvillo, para cerrar la tarde uno de Victorino Martín de depurada nobleza.

El Juli abrió plaza y estuvo muy bien ante ese de Daniel Ruiz, un animal soso de salida pero que en manos del torero mejoró. El Juli se ponía en cercanías y llevando muy tapado al toro sacó series ligadas. Mató de una buena estocada y a sus manos fue la que a la postre iba a ser la única oreja de la tarde.

El cuarto no dejó nunca de defenderse. Buscaba los muslos del torero, quien le consintió para estar por encima de él aunque sin redondear.

El toro más bonito del encierro, de pelaje jabonero claro, fue el segundo. Ese cuvillo estaba muy en la línea Osborne de esta vacada y tuvo mucha calidad, al que sólo le faltó tener un punto más de fuerza. Manzanares lo toreó a compás a la verónica, en lo que fueron lances muy bellos, para después, tras llevar a cabo una buena pelea en el caballo, hacerle una faena de más a menos.

Por las dos manos, primero con la diestra y después al natural, Manzanares logró series con ese llenar plaza tan suyo, corriendo bien la mano y jugando al cintura en lo que era un embroque muy bello. Al final el trasteó, muy largo, se diluyó. El quinto fue muy complicado y deslucido, y el torero lo mató de una estocada perfecta.

Miguel Angel Perera no pudo repetir el triunfo del día anterior. Tuvo un primer toro en el que lo más destacado fue el quite por tafalleras. Quiso el torero pero ayer no era día de inspiraciones.

El sexto era el primer toro que Perera mataba de Victorino Martín y lo toreó bien a la verónica, pero en la faena hubo altibajos, para caer al final. Seguro que vendrán otros toros de este gran ganadero para el torero extremeño.