EL CASO DE Chantal Sébire, desfigurada por un tumor incurable, es de los que remueven las conciencias. Pero no la ley. La justicia francesa rechazó ayer la petición de esta exmaestra de 52 años de morir en su casa por una sustancia letal prescrita por un médico y que se suministraría ella misma. La enferma acató la decisión judicial y anunció que está preparada para viajar a Suiza, donde el suicidio asistido está autorizado. Como se esperaba, el magistrado ha denegado a la enferma la voluntad de acceder a la eutanasia activa, no prevista en la ley francesa, porque "se opone al Código Penal".