No quiero parecer masoquista, porque no lo soy. Pero, aunque estoy en Manila desconectando de los cuatro días de tensión vividos, sólo --sigo poniendo la tilde-- quiero comentaros que para mí existe un nuevo nombre de color. Es el que quiero llamar como color "gris terremoto".

Ese era el color del 11 de marzo pasado a las tres menos cuarto de la tarde en Tokio. Entre plomo y ceniza. Ese color y el ruido de los edificios crujiendo son las cosas que se me han quedado para mis adentros y que no se van ni en esta desconexión manileña. A ver si escribiendo aquí se me pasa, jeje.

Por lo demás, lo único que puedo hacer es daros las gracias por vuestros cariñosos mensajes, aunque es verdad que, mientras que duré en Tokio, supusieron un presión como nunca antes había sentido. Entre todos me empujásteis a salir de Japón. No sé si era la mejor decisión, pero esta es la que tomé.

Os dejo con una representación del "gris terremoto", aunque no era este gris, era diferente...