TUtnas tostas de foie en el Mesón San Juan, una exposición en el palacio de La Isla, desayunar en Los Italianos, atendido por las profesionales más simpáticas de la hostelería nacional, un paseo por la parte antigua y si quieres, hasta puedes hacer colas, como si hubieras ido a ver la Alhambra o los Jerónimos... Filas de cien personas para entrar en el Museo de Cáceres, media hora de espera para asomarte al Aljibe, tumulto a la entrada de la oficina municipal de turismo en la calle Ancha, largas esperas en los restaurantes para conseguir una mesa...

Cuando llegan estos puentes de invierno me gusta hacer turismo desde casa. Me levanto a una hora prudencial, me atavío con galas de sport y me echo a la calle con la mirada nueva. Descubro por qué les gusta tanto a los turistas desayunar en Extremadura: por dos euros se zampan tostada o churros o torrijas o cruasán o cachuela, zumo y café y los visitantes, claro está, no acaban de creérselo. Te encuentras menús estupendos a 15 euros, gentes comiendo al aire libre en las terrazas, atascos para cruzar de Santa María a San Jorge o del teatro romano al museo, burros taxi por aquí, tamborileros por allá, grupos folclóricos por acullá y guías turísticos cultos y eficientes explicando esta tierra como debe de ser, no en esos trenes chuchú que ni explican, ni muestran, ni valoran. Turismo desde casa en este puente de sol y frío, calles llenas en Cáceres, hoteles repletos en Trujillo, monumentos hasta arriba en Mérida, abarrote en Guadalupe. España entera descubriendo Extremadura y nosotros redescubriéndola con otros ojos.