TCtuando Noelia sea mayor no se acordará de que de niña le quitaron "el bicho", como llama su padre al tumor que le detectaron en la cabeza. Solo tiene tres años y es la imagen de la vida jugando con una pelota de papel y sonriendo a pesar de las horas que tuvo que pasar en verano en el Materno de Badajoz. Verla correr es el mejor regalo de cada día. A José Andrés , un colega de la radio, un cáncer le tiene fuera de juego. Hace unos meses dejé de verle y le echaba de menos hasta que me dieron la noticia. Desgarbado, inquieto y profesional, guardo su imagen de reportero, micrófono en mano y auriculares en las orejas, de un lado para otro intentando lograr esa declaración para el informativo del día. Ojalá pueda volver pronto. Gustavo tenía el pelo cano y conservaba, cercano a la jubilación, un flequillo juvenil. Antes de verano dejó de venir a los cafés de la mañana hasta que volvió a aparecer con la cabeza calva por las sesiones de quimioterapia. Cada día se levanta para seguir haciendo su trabajo: recorrer la ciudad tomando medidas en las casas de los clientes que quieren cambiar los suelos. No ha dejado de bromear, aunque en su cara a veces se note la preocupación por lo que le deparará el futuro. Noelia, José Andrés y Gustavo se han convertido en mis héroes de cada día: conviven con la enfermedad como otros muchos a los que no conozco. Mi admiración no nace de la tristeza sino de la esperanza en que salgan adelante. Lo conseguirán porque la vida es lo mejor que tienen, esa por la que luchan cada día: Noelia yendo al colegio por la mañana, José Andrés pegado a su radio en el sillón y Gustavo atendiendo los recados de la empresa. Haciendo lo que usted y yo.