No puedo ponerme en el lugar de Aminetu Haidar , entre otras cosas porque no he vivido en primera persona la historia de su pueblo, no sé cómo es pasar la vida esperando volver a un lugar que empieza a existir sólo en la imaginación o en los sueños de algunos. Y es que tampoco puedo entender esa cabezonería de reivindicar algo con tu propia vida, porque no sé si dejarse morir de esa forma vale la pena. Y tengo que reconocer también un punto de admiración por esa constancia, algo que yo no tengo, algo que sólo tienen ciertas personas, como la activista saharaui. Leo que en la India un tal Ramchandra Das , por cabezonería, ha perforado un túnel en una montaña rocosa junto a su casa para poder aparcar su camión. Al parecer la montaña bloqueaba el camino que pasaba por su casa y no dejaba espacio para poder estacionar su enorme vehículo, así que cada noche tenía que conducir varios kilómetros lejos de su hogar para poder aparcar. El tipo insistió e insistió ante las autoridades para que le dieran una solución al problema, pero todos se negaron a prestarle ayuda. Estando así las cosas cogió un martillo y un cincel y comenzó a cavar en sus ratos libres un túnel en la montaña. Ramchandra Das, que ahora tiene 53 años, se ha pasado 14 picando la roca sin parar. Pero lo ha conseguido, ahora tiene un túnel frente a su casa de más de cuatro metros de ancho en el que deja su camión cada noche. Es admirable, pero me pregunto si realmente le ha merecido la pena perder 14 años de su vida picando piedras. Yo no puedo ponerme en su lugar, pero sus vecinos creen que es un héroe porque ahora ellos no tienen que caminar cada día varios kilómetros rodeando la montaña para ir a trabajar a sus campos. Ahora utilizan el túnel de un tipo cabezón.