Los hermanos Jean Paul, Armin y Hans Kempf Ribas tienen solo un año, 3 meses y 21 días y ya han sido investigados por la policía científica. ¿Tan mal se han portado estos trillizos de Sant Vicenç de Montalt (Barcelona)? "Hombre, hacen sus chiquilladas, pero ni siquiera se puede decir que sean traviesos", aclara su padre, Michael. Entonces, ¿a qué se debe que tres agentes del CSI español se plantaran en su casa y --de forma muy poco amable, recuerda su madre, Esther-- pidieran hacerles unas pruebas? "A que no se creían lo que había publicado la prensa. Decían que era completamente imposible que los trillizos tuvieran el mismo ADN y las huellas digitales idénticas". ¿Y a qué conclusión llegaron? "Pues no les quedó más remedio que reconocer que sí, que los peques son tan idénticos que coinciden en la marca de sus dedos", afirman los padres.

Jean Paul, Armin y Hans nacieron el 29 de abril del 2007 tras un embarazo muy complicado que no llegó ni a los siete meses. Desde el primer día de vida dejaron pasmados a propios y extraños por su enorme parecido físico. Hasta sus padres tuvieron que poner una pulsera de distinto color a cada uno de ellos para diferenciarlos y no mezclar nombres. Si no, solo quedaba una solución para no confundirlos, un recurso al que sus padres todavía se aferran cuando surge la duda, una táctica a la que aún se encomiendan cuando les pides que los identifiquen en una foto en la piscina, o mientras juegan. "Mírales el ombligo --explica el padre--; el ombligo es lo que más los diferencia". Sobre todo, a Jean Paul y Armin, porque Hans sufrió un contratiempo que lo ha dejado un poco más delgado que a sus hermanos y es más fácil distinguirlo.

En febrero pasado, Hans tuvo que ser operado de un problema en el pulmón. Eso retrasó levemente su desarrollo, pero también sirvió para demostrar los vínculos que unen a los tres hermanos. La intervención duró nueve horas, y hasta que Hans no salió del quirófano, los otros no se comportaron como es habitual. "Habíamos dejado a Jean Paul y Armin en casa de los abuelos, que se quedaron tan sorprendidos como nosotros al ver que ninguno de los dos ni comió ni durmió ni bebió ni jugó durante aquel mal rato", rememoran Esther y Michael.

Aquella vivencia fue solo una de las muchas que dejarían atónitos a los gurús de lo paranormal. A los tres les salió el primer diente el mismo día, y con solo tres horas de diferencia entre el primero y el último. Y otra: los tres se ponen a llorar a la vez aunque estén en habitaciones distintas y sin oír a los demás. Y otra: se sincronizan tanto que, cuando están sentados en el suelo, "hay veces que se levantan de golpe y se dan un coscorrón entre ellos", señala su padre.

Sincronizados en todo

A la hora de resfriarse, de pillar algún virus ("en las cosas malas coinciden igual", apostilla la madre) o de moverse por la casa, los trillizos funcionan también como tres en uno. Basta con verlos corretear por la planta baja de su bungaló, repleta de tronas y muñecos. Allá que se va Jean Paul hacia la terraza. Allá que le siguen Armin y Hans. "Son una piña", sonríe el padre tras lograr acordarse de si le acaba de cambiar el pañal a Jean Paul o a Armin.

A la hora de estar con los niños, colaboran todos, tanto los abuelos como los otros dos hermanos, Nadja (6 años) y Axel (5 años). Las migrañas vienen a la hora de hacer cuentas: más de 500 pañales al mes, los biberones, la ropa, la comida de toda la familia... Sin contar ni hipotecas ni otros gastos, como que se hayan tenido que comprar una furgoneta, "ya hacen falta más de 2.000 euros al mes", explica Michael.