La primera reacción oficial de la Iglesia Católica belga tres días después del demoledor informe sobre la amplitud de los abusos sexuales de menores por parte del clero ha sido hoy extremadamente tibia. El primado de la Iglesia en Bélgica, el arzobispo André Léonard, ha reconocido que se había cometido "errores en el pasado", pero no ha hecho la más mínima mención a sanciones para los al menos 91 religiosos pederastas identificados vivos y tampoco ha evocado a la posibilidad de indemnizar a las víctimas de los abusos.

A pesar de la promesa del cardenal de que ahora la Iglesia "escuchará" a las víctimas, tras décadas de una férrea ley de silencio, ni las víctimas de esos abusos, ni sus representantes han podido asistir a la conferencia de prensa.

El primado, en una conferencia de prensa de muy corta duración, se ha mostrado muy poco preciso respecto de como piensa afrontar la Iglesia belga este gravísimo problema, en concordancia con el título de la portada del diario conservador católico de hoy La Libre Belgique: "La Iglesia, sin brújula".

CENTRO DE CURACIÓN

El único anuncio un poco concreto de la Iglesia belga ha sido el proyecto de crear un centro "para la curación y reconciliación de las víctimas", que podría materializarse antes de Navidad.

Leonard ha insistido en que la mayoría de los abusos recogidos en las 475 denuncias del Informe Adriaenssens "son casos antiguos, que ya han prescrito" desde el punto de vista penal, ya que se remontan a los años 60. El arzobispo ha invitado a que los autores de abusos que aún no hayan prescrito "se denuncien ellos mismos". Léonard ya ha hecho otros llamamientos parecidos en el pasado sin ningún resultado.

DECISIÓN DEL VATICANO

Respecto del anterior obispo de Brujas, Roger Vangheluwe, que abusó durante 13 años de su sobrino, Léonard indicó que espera que el Vaticano adopte una decisión sobre su futuro, Vangheluwe sigue gozando del rango de obispo y ha tenido que alejarse de su antigua diócesis por la presión popular.

Los obispos presentes han subrayado que los abusos de menores no son algo exclusivo de la Iglesia, sino que afecta a "todos los niveles de la sociedad".

La primera reacción de las asociaciones de víctimas de abusos eclesiáticos ha sido de decepción por la poca concreción de la Iglesia.