En las imágenes que ofrece a diario la televisión rusa se ve cómo todo un ejército de bomberos, militares y voluntarios, apoyados con medios aéreos, luchan con éxito contra los incendios forestales cerca de Moscú. Pero para ver el verdadero alcance de la tragedia que está viviendo Rusia basta con alejarse unos 100 kilómetros de la capital, donde miles de habitantes luchan a solas contra los peores incendios que sufre el país en cuatro décadas y que ya han calcinado más de 700.000 hectáreas.

En el bosque que rodea la carretera nacional Novoriazanski, que va hacia el suroeste, se ven decenas de focos de fuego, pero nadie se dedica a sofocarlos. No hay helicópteros con tanques de agua, ni medios aéreos especiales. Para el medio millón de habitantes de la ciudad de Riazán, a 200 kilómetros al sureste de Moscú, la situación se presenta mucho peor que en Moscú.

El resplandor de los incendios se ve por la noche desde los suburbios de Riazán. Lo que está más allá de los límites urbanos recuerda la tierra quemada por una guerra. A lo largo de casi 50 kilómetros de la única carretera que sale de Riazán hacia el noreste del país no ha quedado ni un hueco de tierra que no haya sido consumido por el fuego.

En tan solo unos días se han quemado varias aldeas enteras. Una de ellas, Peredeltsi, que está a 35 kilómetros de Riazán, dejó de existir el 29 de julio, cuando el fuerte viento trajo una devastadora lengua de fuego.

LOS BOMBEROS, SIN AGUA "Un coche de bomberos vino solo dos horas después. Tenía el tanque de agua vacío. Cuando preguntamos a los bomberos para qué vinieron si ni siquiera llevaban agua, nos contestaron que les enviaron de otro incendio", recuerda Serguei, de 31 años, uno de los supervivientes. Al igual que otros habitantes de Peredeltsi, Serguei, junto a su padre Yevgueni, viven en tiendas de campaña cerca de los escombros de su casa para evitar que los saqueadores se apropien de lo que ha quedado de sus bienes.

Peredeltsi ha sido uno de los lugares escogidos por el Gobierno para instalar cámaras que transmitan en directo el proceso de construcción de nuevas casas para las víctimas de los incendios. Pero, según Yevgueni, solo algunos vecinos podrán contar con un nuevo hogar. "Las autoridades nos obligaron a escribir una petición para que nos construyan una nueva casa. Pero nos dijeron de antemano que no tendremos derecho porque algunos de nuestros papeles no están en orden", explica Yevgueni.

La ola de fuegos forestales en Rusia se debe solo en parte al calor y la sequía. La razón principal de la catástrofe reside en la reforma del código forestal llevada a cabo por el Kremlin en el 2007. Anteriormente, el Estado tenía a su disposición 70.000 guardabosques en todo el país, apoyados por unos 130.000 empleados de administración forestal.

La reforma redujo el número de inspectores forestales a solo 12.000, que se dedican principalmente a llevar a cabo trabajos burocráticos y físicamente no tienen tiempo para supervisar los bosques. Las autoridades centrales se libraron así de la responsabilidad de proteger los bosques del fuego. La misión de proteger los bosques fue delegada a las autoridades locales, que se ven obligadas a contratar a empresas privadas.