TEtxtremadura es una potencia mundial en cosas rarísimas y no somos conscientes de ello. Por ejemplo, somos lo máximo en pesca de agua dulce, pero salvo aquella frase asegurando que Cáceres era la provincia española con más kilómetros de costa, no conozco otro rasgo de autoafirmación que destacara nuestra potencialidad pesquera. Lo cierto es que esta tierra es el paraíso de los pescadores de río, charca y embalse y ya se sabe que pescar es una destreza que provoca, inevitablemente, la dicha, la calma y el bienestar. Si tuviera que escoger una imagen para representar al pescador feliz de Extremadura, me quedo con Rodríguez Ibarra echando la caña un domingo por la tarde mientras en su radio suena la voz de Tomás Pérez retransmitiendo un partido de fútbol.

Esta riqueza piscícola está, por fin, traspasando nuestras fronteras. Acaba de llegar al pantano del Cíjara una empresa británica que se dedica a la pesca. Estaban en el río Ebro y allí llevaban a sus clientes europeos. Pero el Ebro está ya superexplotado y la empresa inglesa está instalándose en el Cíjara. En su página web anuncian jornadas pesqueras extremeñas en pos del lucio, la carpa, el barbo, el percasol, el alburno y el black-blass. También en el embalse de Alcántara, junto a la N-630, se anuncian proyectos de hotel y urbanizaciones para atraer a turistas norteamericanos y canadienses que pagan lo que sea por una jornada llena de emociones en pos del black-blass. Es lo de siempre: gracias a ser los últimos de la Europa industrial, somos los primeros de la Europa natural.