THtay inventos que me hacen perder la fe en el futuro. En Holanda acaban de sacar a la luz el primer inodoro parlante, es decir, una taza de water que mediante un sensor infrarrojo detecta al usuario y le dirige unas palabras. Puede parecer un invento maravilloso, pero a mí me da la impresión de que con ello los holandeses nos han jodido uno de los momentos más íntimos que tenemos a lo largo del día. Supongo que esto de ponerle voz a los aparatos que nos rodean responde a la necesidad del hombre de no sentirse solo, pero es que hay sitios y momentos en los que es mejor no estar acompañado. Ese afán de compañía ha llevado a la humanidad a conseguir que nos dirijan la palabra las máquinas expendedoras, las básculas electrónicas, los ascensores... Este inodoro en cuestión recuerda a sus usuarios que deben tirar de la cadena y puede reproducir frases, sonidos y anuncios en cualquier idioma. Y esto es un peligro, porque una sola palabra puede destrozar la liturgia que requiere un cuarto de baño. Por lo menos a mí, asiduo lector de wc (hay que reconocer que los cuartos de baño han hecho más por la literatura que el plan de fomento de la lectura de la Junta), cualquier frase o consejo en esos momentos me puede cortar el rollo, además de otras cosas. Otra cuestión sería que estos inodoros los instalaran en instituciones o administraciones y, a modo de pepitos grillos, recordaran a sus usuarios los peligros que conlleva la mala vida pública. Así, cada vez que tipos como el presidente de la diputación de Castellón o el nuncio apostólico en España acomodaran sus posaderas al trono, el water parlante podría apuntarles en voz baja: "si sigues así la vas a cagar". Pero no creo que esto ocurra, así que con inventos de estos lo mejor es tirar de la cadena. "Su caquita, gracias".