Isabel Pantoja no tiene descanso. Tras capear el temporal procedente de Perú referente a las particulares circunstancias que rodearon el proceso de adopción de su hija Chabelita, la cantante tiene que afrontar ahora el anuncio de la disolución de su noviazgo con Diego Gómez, exjugador de baloncesto y relaciones públicas de un complejo hotelero de la Costa del Sol.

La pareja mantiene relaciones desde hace seis años y tomó hace semanas la decisión de seguir caminos diferentes. El problema surgió cuando Isabel y Diego constataron que no pueden separarse sin dar explicaciones. Es lo que tiene la noria siniestra de la fama, no hay manera de bajarse de ella cuando uno quiere.

La vida sentimental de la tonadillera es corta pero intensa. De virginal novia pasó a viuda joven en poco más de un año y arrastró el estigma del luto durante más de diez años. Romances secretos como el que mantuvo con José Coronado en el rodaje de Yo soy esa alimentaron una leyenda que incluso tuvo su episodio truculento cuando se alimentó la especie de que se había dejado querer, primero por la locutora Encarna Sánchez y más tarde por la cantante María del Monte.

Pero el primer novio--novio de la que durante años fue, a su pesar, la viuda de España fue Diego Gómez, casi dos metros de hombre soltero que protegió a la cantante tanto física como moralmente. La cantante que se casó con Paquirri a los 26 años y se quedó viuda a los 28, no paseó de la mano de un varón hasta que superó los 40. Ahora, camino de los 47, Isabel Pantoja tiene dos problemas: recomponer su vida y, encima, tener que explicarlo.