Hoy es el día que tanto lleva esperado Israel Lancho tras la cogida sufrida en Madrid en mayo. Una cogida que pudo tener fatales consecuencias pero que el diestro juzga superada. Sin secuelas, agota una espera de casi tres meses, cuando está a punto de hacer el paseíllo con Curro Díaz y Jairo Miguel.

--Israel, ¿Qué recuerdos te trae la fecha del 27 de mayo?

--Es una fecha que se me va a quedar grabada para toda la vida. Fue volver a nacer. Aquel día conocí la dureza, lo más crudo de querer ser torero.

--¿La del 27 de mayo era la primera corrida en que toreabas esa temporada?

--Era la primera corrida del año aunque había matado antes un festival.

--O sea, ibas a Madrid a la primera corrida y además con una tía...

--Sí, aunque así han sido siempre para mí las cosas. Pero lo que me pasó no fue por haber ido a Madrid casi sin torear, porque si hubiera querido no me habría cogido aquel toro-

--¿Cómo fue la cogida?

--El toro me estaba avisando porque se metía muy por dentro por el pitón derecho y se juntaron un montón de circunstancias.

--¿Qué circunstancias?

--Sobre todo que la corrida iba cuesta arriba por la gente y por el ambiente. La verdad es que la corrida se movía, hay que ver cómo se movía, no tan bien como la gente creía ver.

--Un hombre en serio peligro, porque fue una cogida muy aparatosa por decirlo finamente, y sin embargo el mayoral de Palha saludaba al final del festejo.

--Pues sí, allá ellos y sus ganas de saludar a toda costa. Yo, sin embargo, creo que hay un código moral. Te digo más. Aunque mis dos compañeros de aquella tarde, Paulita y Serranito, hubieran cortado dos orejas, las necesarias para salir a hombros, estoy seguro que ellos no lo habrían hecho. Creo que nuestro código nos dice que primero está la persona, después el torero y por último el triunfo.

--Has tenido bastante tiempo para pensar. Entonces, ¿qué conclusiones has sacado, primero como torero y después como hombre?

--Pues lo primero y sobre todo, que quiero ser figura del toreo a toda costa. Y para ello no me importa pagar el precio que sea. Creo que ya lo estoy pagando, pero no será un precio caro si puedo llegar a donde aspiro. Como hombre me ha dado cuenta de que la vida hay que disfrutarla día a día.

--¿Tú te has sentido apoyado en estos casi tres meses?

--Pues sí, muy apoyado y ello ha sido una gozada. Apoyado por la gente cuando voy por la calle, que me da todo su cariño, pero sobre todo por mis compañeros y taurinos en general. He tenido el cariño de todos los toreros y ganaderos: de Perera, de Ferrera, de Talavante, de Javier Solís, de Ambel Posada, de El Juli, de Ponce. Manzanares padre me llamó el otro día y me dijo que me tenía cuatro toros preparados.

--En la Feria de Badajoz fuiste el más brindado...

--Es verdad y ahí están las muestras de cariño de mis compañeros, que me hicieron partícipes de la feria sin estar anunciado. Me dolió, después de estar anunciado en Madrid, no anunciarme en Badajoz. Pero bueno, será el próximo año.

--¿Y ahora cómo estás? ¿Tienes alguna secuela?

--Nada, sólo me ha quedado la cicatriz. Y la llevo con orgullo porque ha sido de esas cornadas que me pegó porque yo lo quise, porque me entregué.

--Ya te has puesto delante de una vaca. ¿Dónde ha sido?

--En casa del maestro Ortega Cano. Antes me llamó al hospital y me dijo que quería que lo primero que yo torease cuando estuviera bien fuera de lo suyo y en su casa. Me dijo que me iba a tener preparado canela... y así fue. Me tenía preparada una vaca y un par de toros para tentar, que salieron muy buenos, salieron canela, como él decía. Después ya he matado un toro, precisamente de Juan Albarrán.

--En Almendralejo llega la hora de la verdad. ¿Qué sentirás cuando hagas ese paseíllo?

--Pues lo estoy esperando como el niño que espera la llegada de los Reyes Magos, porque estos tres meses se me han hecho muy largos. Ya ver tan cerca torear otra vez me hace una gran ilusión. Lo que pienso es en si va a embestir la corrida. Y sobre todo me reafirmo en la decisión que un día tomé de querer ser torero. Después de lo que me ha pasado, he decidido otra vez querer seguir siendo torero. Entonces, si la corrida sale buena, a disfrutar, y si saliera complicada, que creo que no va a ser así, pues me tocará a mí embestir.

Israel Lancho es un muy buen torero pero quienes le conocemos damos fe de que aún es mejor persona. Siempre ha tenido que nadar contra corriente, siempre sin un mal gesto, sin quejarse ni lamentarse. La cita la tiene en Almendralejo y toda Extremadura le desea lo mejor. Se lo merece.