"Los gestos del presidente del Gobierno han sido un reflejo de la evolución política que ha vivido. Al principio de la primera legislatura aparecía con los hombros caídos, juntaba las manos apuntándolas hacia abajo y hablaba continuamente del talante. Transmitía bondad. Cuando se sintió fuerte en el Gobierno, empezó a mover las manos en paralelo de arriba abajo y a hablar más de él, mostrando los rasgos típicos de un líder. Ahora no tiene un perfil claro. Sus gestos ya no transmiten el buenismo del principio, ni la fortaleza de después. Se ha desdibujado".