Susanna Maiolo, la joven italo-suiza de 25 años que el pasado jueves por la noche se avalanzó sobre Benedicto XVI en el interior de la basílica de San Pedro del Vaticano llegando a derribarle, aunque sin consecuencias, "no quería hacer daño" al Papa, sino abrazarle, según explicó a los médicos del servicio psiquiátrico del Hospital Santo Spirito de Roma, donde fue atendida poco después del incidente. Tras comprobar que la mujer padece "problemas psíquicos", fue trasladada a un centro psiquiátrico de las afueras de la capital italiana, donde seguirá un tratamiento forzoso al menos durante una semana.

Maiolo ya intentó aproximarse al Pontífice hace un año, también durante la celebración de la misa del gallo, aunque los escoltas del Papa actuaron aquella vez con mayor fortuna y lograron inmovilizarla antes de que llegara a él. Como entonces, la joven, que reside en Suiza, viajó a Roma para tratar de aproximarse a Ratzinger. Ayer trascendió que desde el año 2006 al 2008 estuvo internada en un psiquiátrico suizo.

JUSTICIA "BENEVOLA" El fiscal general del Vaticano decidirá qué clase de acusación formula contra la inculpada, aunque el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, ya ha dado a entender que habrá clemencia. "La justicia de la Santa Sede es normalmente muy benévola. Es más importante curarla que juzgarla", añadió.

Benedicto XVI salió airoso del trance, como atestiguó celebrando la misa del gallo con normalidad y en sus habituales comparecencias públicas de Navidad y San Esteban. No se puede decir lo mismo del cardenal vasco- francés Roger Etchegaray, de 87 años, que acompañaba al Papa cuando la comitiva fue asaltada por Maiolo. Etchegaray, que también acabó en el suelo, sufre una rotura de la cabeza del fémur, de la que será operado esta mañana en el Policlínico Gemelli de Roma. Lombardi dijo ayer que Etchegaray, que acababa de recuperarse de una caída que sufrió en el 2008 y que le provocó una fractura de una vértebra lumbar, se hallaba "sereno y con una moral óptima".

El asalto se produjo cuando el Pontífice se dirigía en procesión hacia el altar mayor de la basílica para oficiar la tradicional misa del gallo de Nochebuena, que por primera vez se celebraba a las diez de la noche. Al llegar a la altura de la mujer, esta saltó la valla de seguridad que protegía el pasillo y, a pesar de que un escolta la agarró, consiguió asirse al palio que portaba el Papa, haciéndole perder el equilibrio. Etchegaray se fue al suelo en el mismo episodio.