Mauricio Pusceddu, un joven de 29 años originario de la isla de Cerdeña, fue detenido el año pasado en Alemania por agredir violentamente a su novia. Un tribunal le condenó a 15 años de cárcel, pero un juez decidió posteriormente rebajar la pena a seis años. La razón, según el magistrado, fue que el acusado había actuado así movido por los celos y el machismo, y estos son "una impronta cultural y étnica tan arraigada en algunas regiones de Italia" que deben ser considerados un atenuante. Una reflexión que no ha gustado en absoluto a las autoridades italianas, que se han apremiado a tildar al juez de "racista".

"Es un sardo. El papel del hombre y de la mujer en su patria no puede esgrimirse ciertamente como excusa, pero debe ser tenido en cuenta como atenuante", explicó el juez Burries von Hammerstein en la exposición de motivos de la sentencia.

PALIZAS Y VIOLACIONES De eso hace ahora un año, pero las autoridades italianas no se han enterado hasta esta semana, cuando han mostrado su indignación por que se haya considerado el machismo como una característica típica de la cultura italiana y concretamente de la isla de Cerdeña.

Pusceddu trabajaba como camarero en Alemania cuando secuestró a su exnovia, de origen lituano, durante tres semanas, sometiéndola a constantes maltratos, como palizas y violaciones de grupo. Pero como lo hizo todo por machismo y celos, el juez Von Hammerstein le suavizó el castigo en una decisión que sorprendió a la abogada de la acusación, quien admitió que era una "sentencia racista".

Más impetuoso se mostró el gobernador de Cerdeña, Renato Soru, que afirmó que "este hecho demuestra que los imbéciles existen", mientras que el presidente de la isla, Giacomo Spissu, declaró indignado que allí "no hay una cultura de segregación y violencia contra las mujeres".