Indignados, mareados, y desorientados. Así se levantaron ayer los vecinos de Lérida. Se acostaron pensando que debían confinarse en sus casas por el rápido avance del coronavirus, y de buena mañana se enteraron de que tales medidas no se podían aplicar porque la jueza de guardia de la ciudad no ratificó estas restricciones. «Nos están mareando, estamos gobernados por gente que no tiene ni idea de lo que hay que hacer», se quejaron ayer varios ciudadanos.

Moula regenta un restaurante en el centro de Lérida que sirve quebabs, pollo a l’ast y pastelería. «Solo acepto clientes que se compren comida para llevar. Esto nos hace mucho daño, pero es lo que hay, no podemos abrir», explicó poco después de las nueve de la mañana. Otro restaurante a unos cien metros de distancia, el Cal Toni, ya tenía la terraza llena de leridanos desyunando. «Está todo en el aire, el domingo teníamos previsto cerrar, pero hemos leído la resolución de la jueza y hemos preferido seguir abiertos», explicó el cocinero y copropietario, Marc Cabecerans, que no ocultó su indignación. «Esta situación ha superado a los gobernantes, pero quienes vamos a pagar seremos los de siempre», añadió.

«Nos están mareando», respondió Jordina al acabar de enterarse que el confinamiento anunciado no seguía vigente.

Por su parte, el president de la Generalitat, Quim Torra, pidió ayer a los habitantes de Lérida y el Segrià que «sigan las indicaciones» del Govern de permanecer en sus domicilios -salvo excepciones- pese a la decisión judicial contraria al respecto. Torra aseguró que «no acepta» la decisión de la juez, pero asumió que los Mossos la cumplirán y decidió convocar una reunión extraordinaria del Govern para aprobar por decreto el confinamiento. E.C.