El affaire Paul Burrell (en la fotografía, ayer) ha sembrado la discordia en la familia real británica, que no sabe cómo impedir nuevas revelaciones. El libro Un deber real salió ayer a la calle con una tirada de 120.000 ejemplares en el Reino Unido y un millón en EEUU. El exmayordomo de Diana advierte de que lo que cuenta es sólo "la punta del iceberg", abriendo la puerta a una segunda parte.

El príncipe Guillermo habría pedido verse cara a cara con el antiguo sirviente de su madre, pero Isabel II no aprueba esa cita. "Su majestad está muy preocupada de que el príncipe se vea involucrado en este asunto", declaró ayer una fuente del Palacio de Buckingham al periódico The Evening Standard. "Burrell ha demostrado repetidamente que no se puede ni se debe confiar en él", añadió la misma fuente. La intervención de la reina no sería del agrado del príncipe Carlos, que insiste en que sea su oficina en Clarence House la que instruya sobre los asuntos de sus hijos. Además, todos estarían aterrados por la posibilidad de que Burrell publique el contenido de una casete, grabado por Diana, en el que un exsirviente de palacio, George Smith, denuncia haber sido violado por un colega.

PRESUNTA IMPLICACION REAL

La cinta contendría un escándalo mayor, ya que Smith habría visto a un miembro de la familia real realizando un acto comprometido con su lacayo favorito.

"Los que conocemos la alegación de Smith, yo incluido, creemos que la monarquía no podría sobrevivir a su publicación", escribía ayer Anthony Holden, autor de varios libros sobre la corona británica y sus personajes.