Las organizaciones criminales han encontrado en la compraventa de datos robados de tarjetas de crédito un buen filón de escasas repercusiones penales y golosos beneficios económicos. Una tarjeta que hoy se duplique en un cajero manipulado de Barcelona puede ser utilizada, a las pocas horas, en una entidad bancaria o tienda de Nueva York, París o Florencia, por citar algunas ciudades. Las mafias internacionales intercambian los datos utilizando un simple correo electrónico de Hotmail. La policía autónomica catalana acaba de desarticular uno de estos grupos.

La operación, realizada con el Cuerpo Nacional de Policía en Valencia, se ha saldado con 22 detenidos, casi todos rumanos. Los arrestados integraban tres células relacionadas entre sí, aunque disponían de autonomía. También ha caído el jefe de un taller de falsificación, en Valencia, que suministraba documentación falsa de muy buena calidad a delincuentes.

LOS DATOS Uno de los principales grupos se había instalado en el pueblo catalán de Palacio de Plegamans. Esta célula recibía periódicamente por e-mail datos de tarjetas de crédito de clientes de EEUU. Además, todos los datos de las tarjetas clonadas venían acompañados de su correspondiente PIN (código secreto personal). Los detenidos introducían los datos en una tarjeta blanca, la numeraban, anotaban el PIN de cada una y se trasladaban a un cajero que les inspiraba confianza, en este caso uno del centro comercial Gran Via 2.

Siempre acudían a operar minutos antes de las siete de la mañana. ¿Por qué? En el estado norteamericano de donde procedían la mayoría de las tarjetas robadas era medianoche, y así, al vaciar el saldo disponible, la víctima no se percataba del robo porque al día siguiente recuperaba su crédito ordinario. Sólo se daba cuenta del delito si consultaba el extracto de operaciones y descubría reintegros en cajeros extranjeros.

Fue de este modo como los cajeros automáticos retuvieron más de una tarjeta, después de que su titular en EEUU denunciara. En una madrugada, el grupo podía llegar a conseguir hasta 6.000 euros. Los investigadores han encontrado recibos de envío de dinero en efectivo a Canadá, Brasil, Rumanía, Bulgaria, Bangladesh, Vietnam, Alemania, Pakistán y el Líbano.