Más de dos mil personas mueren ahogadas cada año y son muchas más las que sufren lesiones cuando disfrutan del agua. La afluencia masiva a playas y pantanos, el aumento de piscinas privadas, el auge de los deportes acuáticos y el consumo de alcohol van asociados a estos sucesos en verano.

Y, sobre todo, actitudes inadecuadas de los bañistas. "Estos siniestros se suponen accidentales, pero la mayor parte de las veces podían haberse evitado con medidas sencillas", asegura a Efe Rosa Ramírez, subdirectora de Promoción de la Salud y Epidemiología del Ministerio de Sanidad.

Los casos son constantes. Este mes de junio, al menos 14 personas han perdido la vida cuando se bañaban o practicaban submarinismo, y cuatro de ellos eran menores.

Los ahogamientos son la segunda causa de muerte accidental en niños y adolescentes, recuerda la subdirectora de Promoción de la Salud. Y el principal colectivo al que apuntan las campañas para fomentar conductas positivas.

El Ministerio de Sanidad ha traducido al español la Guía para la Protección de los Niños y los Jóvenes en las Actividades Acuáticas Recreativas, elaborada por la Alianza Europea para la Seguridad Infantil, y que este mes están recibiendo hoteles y proveedores de ocio, responsables de la seguridad en los servicios que ofertan.

En esta guía, disponible en la web de Sanidad (www.msc.es), se informa de los peligros y las recomendaciones en prácticas frecuentes: motos de agua, buceo, submarinismo, veleros, windsurf, kitesurf, esquí acuático y arrastre en hinchables, y en piscinas y toboganes de agua, entre otros.

Al tiempo, ha editado un Decálogo del nadador , con consejos básicos como nadar en zonas vigiladas, no hacerlo de noche, respetar las banderas en las playas -roja (peligro), amarilla (precaución) y verde (baño libre)-, vallar las piscinas, usar chalecos salvavidas, asegurarse de la profundidad y de si hay rocas bajo el agua antes de tirarse de cabeza.

Esta última práctica, según estudios europeos, causa más del 70% de las lesiones medulares relacionadas con actividades deportivas y recreativas, y se producen con más frecuencia en piscinas privadas, y en chicos de 11 a 15 años.

La siniestralidad en el agua sube ligeramente cada año. "No somos conscientes de los riesgos reales", declara María Seguí, directora del Centro de Investigación Europeo para la Prevención de Lesiones de la Universidad de Navarra.

"Lo constatan las 2.596 muertes por ahogamiento por sumersión y sofocación contabilizadas por el Instituto Nacional de Estadística en 2007", añade. Una mínima parte no se produjeron en el agua o no fueron accidentales. Más de un centenar de víctimas eran niños.

Los fallecidos, indica, son el dato visible del problema. No constan las lesiones o discapacidades, ni las intervenciones.

Cruz Roja lleva su propia estadística. Hasta el 19 de junio, sus equipos habían rescatado a 222 personas en riesgo inminente de ahogamiento y auxiliado a los ocupantes de 174 embarcaciones y flotadores colectivos -neumáticos y plátanos-. Además, realizó 4.637 asistencias sanitarias por picaduras de medusas o heridas.

"Y eso que la campaña de verano no ha echado a andar", advierte Francisco García Riesco, responsable de Salvamento Marítimo de Cruz Roja. Comienza el 1 de julio, cuando los equipos de socorro, vigilancia y embarcaciones se despliegan desde las 87 actuales a casi 400 playas. Y las asistencias se multiplican.

Aproximadamente un 15% de los auxiliados son niños. "El agua no es nuestro medio habitual, y para los pequeñitos es una situación de riesgo potencial muy elevado si no tienen atención permanente de un adulto", subraya.

Las tasa de mortalidad se mantiene en niveles medios en relación con otros países europeos, destaca María Seguí, pero "hay un número alto de extranjeros de vacaciones que mueren por ahogamiento".

Casi el 70% de los europeos viaja en vacaciones a la costa, la mayoría a un país distinto al suyo, y el 25% con niños. La tasa de lesiones y mortalidad es mayor entre los visitantes que entre los residentes en cada población, especialmente cuando contratan actividades con las que no están familiarizados, según la guía de la Alianza Europea.

Algunos ayuntamientos aplican sanciones. Estepona, con 21 kilómetros de costa, multa a quienes usan motos acuáticas y otros artilugios fuera de las zonas acotadas.